jueves, 31 de enero de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXVIII)"


Rodrigo Olvera:

Gracias por el dato que aportas de ese autor ortodoxo (se trata de Dumitru Staniloae), cuyo nombre ni siquiera conocía; sí me son familiares otros de los siglos XIX y XX, pero no ese.
También apunto lo anterior porque, volviendo con un dato que ya señalé en mi precedente reflexión, creo estar perfectamente convencido de que esos curas jóvenes de apariencia ultraconservadora y de ser exquisitamente conservador no transmiten para nada al Dios de Jesucristo, estoy seguro, de verdad (aun a riesgo, obviamente, de poder ser acusado de juzgador o prejuzgador); son meros burócratas cultuales que funcionan como piezas del aparato clerical. Es posible que incluso las autoridades eclesiásticas reconozcan que es así.
Buen día.



Postdata: 

Reconozco que soy muy contudente, parcialmente contundente, al afirmar que esos sacerdotes jóvenes que van siempre de clergyman negro riguroso y que encima se manifiestan como simpatizantes de partidos de derecha y aun de extrema derecha, no manifiestan al Dios de Jesucristo; desde luego, mucha gente estará encantada con ellos, yo, por lo general, no.

Pase que son buena gente, o que puede que lo sean (solo Dios conoce a fondo los corazones y el interior de las personas), pero a mí no me transmiten la esencialidad del Evangelio, según yo creo entender. Simplemente: dejémoslo aquí.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXVII)"


  • Malos tiempos… ¿Para la lírica? No, esto de "malos tiempos para la lírica" lo cantaban, allá por los ochenta del siglo pasado, los de Golpes Bajos, uno de los grupos punteros de la movida gallega.

    Malos tiempos para este tipo de cristianismo con el que sigue soñando la señora Clelia, viuda de Jerónimo Podesta, obispo argentino casado. Lo afirmo también porque acabo de leerme, de un tirón, el último cuadernillo de Cristianismo y Justicia titulado Hace 50 años hubo un Concilio… Su autor, el jesuita español Víctor Codina, también teólogo, misionero, animador de comunidades populares en Bolivia…

    Los movimientos católicos preponderantes no se parecen a los que prefiere el jesuita Víctor Codina; ni que decir que tampoco a los que están detrás del espíritu que inspira y alienta el escrito de Clelia Podesta (o Podestá), esta carta abierta al papa Benedicto XVI que nos presenta la dirección de Atrio. Los curas jóvenes que van saliendo hoy día, en una alta proporción no se parecen a esos curas, religiosos o diocesanos, con los que compartió su suerte Jerónimo Podesta, su hoy viuda Clelia, o el religioso jesuita Víctor Codina. Para nada. Muchos curas de hoy día puede que sean Pueblo y que no hagan feos al mundo del trabajo, pero resultan, hasta por su apariencia externa, unos perfectos “segregados” del Pueblo.

    Lo digo con una cierta tristeza, no crean que no; y eso que, una vez más lo reconozco, no me considero exactamente progresista, o del todo progresista, que también soy conservador en lo que me parece que debo serlo. Pero sí que lo digo con tristeza porque pienso ahora en algunos curas jóvenes que conozco, de esas hornadas que ahora abundan. Conservadores a más no poder, muy de derechas incluso  (un par de ellos, simpatizantes que fueron o que aún son de la extrema derecha de Blas Piñar y compañía), con traje talar negro riguroso hasta en la canícula canaria, que tampoco es moco de pavo, pese a la benignidad de nuestro clima. Alejados del mundo del trabajo, de la realidad sindical, de los movimientos sociales, de la realidad cultural protagonizada casi al 100% por los seglares…

    Vamos: perfectos funcionarios o burócratas del culto. ¿Estaré juzgándolos por esto que digo? Me parece cierto que los grupos católicos que más siguen creciendo son los del ala conservadora de la Iglesia católica (Opus Dei, Camino Neocatecumenal, Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación…), en tanto decrecen los del ala progresista. Esto es lo que creo y aquí mismo en Atrio lo he reconocido abiertamente.

    Pero como lo que más crece es la indiferencia de la juventud hacia la Iglesia católica, hacia toda religión institucionalizada, lo que me plantea más dudas es si ese tipo de curas de apariencia tan conservadora, de actitud tan conservadora, de entendederas tan poco conectadas con la realidad social, cultural, política y económica actual, van a ser un verdadero reclamo para las masas de jóvenes desencantadas de tantas movidas, incluida, ya lo he adelantado, la de una Iglesia católica que sigue empeñada en…

    No sé. Volviendo al texto de la argentina Clelia, estoy con ella en la cita que reproduce de Mt 23,9 y ss. E incluso, tal vez “inspirado” un servidor por los últimos post de Atrio en que se habla de relativizar el papado, de desobedecer en el seno de la Iglesia universal, por fidelidad a la conciencia y a Dios, de desobedecer leyes injustas y empobrecedoras, considero, a fuerza de ser sincero, “sincero hasta los huesos” (una vez más citando una expresión muy cara al universo poético de mi admirado César Vallejo), que es más evangélico luchar por abrazar a fondo toda la entusiasmante realidad del amor de la pareja humana, que mantener esas formas de tratamiento honorífico y tan poco evangélicas que mantienen los jerarcas de las Iglesias, especialmente la católica y las ortodoxas: santo padre, santísimo padre, santidad, sumo pontífice, eminencias reverendísimas, ilustrísimas, su toda gracia, su beatitud…

    Ninguna de esas formas protocolarias he conseguido, nunca, que me remitan a la simpleza del Nazareno; al contrario, me chirrían. Quizá el defecto esté en mí, en el enfoque de mis lentes, de mi perspectiva, pero por la luz bendita que me está alumbrando que lo siento así.

    He dicho (o sea, me parece; no pretendo sentar cátedra de nada, solo opinar).

miércoles, 30 de enero de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXVI)"


Corrección: párrafo 2: donde dice “doctrina católica” debe decir estructura tradicional del matrimonio. En verdad, no es la Iglesia católica la que inventa la institución del matrimonio, entendido como alianza, pacto, contrato o unión entre un hombre y una mujer, generalmente para garantizar la perpetuación de la especie, la crianza y educación de los hijos, no siempre desde el amor sino lo meramente contractual, etcétera.

Como el mundo se deshumaniza al tiempo que se seculariza, esto es, se descristianiza a pasos agigantados, dentro de 50 años, o menos, acaso puede que sean más los países en cuyos ordenamientos jurídicos se reconozca que la unión de dos hombres o dos mujeres es, a todos los efectos, lo mismo que la unión “tradicional” entre un hombre y una mujer, lo que comúnmente se ha llamado durante milenios matrimonio, familia.

¿Ello será una derrota de lo mejor de la tradición cristiana, y un triunfo claro de las fuerzas ultralaicistas, neopaganas en su visión del mundo y de Dios mismo?

No lo sé: no soy progresista al uso (tampoco conservador, ni votante de partidos de derechas, jamás lo he sido), pero me gustaría ser muy respetuoso con las personas homosexuales, que han sufrido tanto durante siglos y siglos... Comoquiera que sea, la Iglesia, santa y pecadora, reconoce que es justamente así como estoy yo señalando, indigno mensajero o heraldo de la verdad del Evangelio. Hasta el extremo de que las autoridades de la Iglesia universal, en comunión con el sucesor de Pedro -pecadoras y falibles, sin duda, y a menudo muy gravemente comprometidas por incoherencias de vida, hipocresías y escándalos diversos-, deben sentir con especial “desaliento”, digámoslo así, el arrastre que trae consigo la secularización-descristianización de la sociedad.

Solo que me supongo que es uno de los precios que hay que pagar por tratar de ser fieles a Jesucristo y a su Iglesia, y no al mundo y a sus reclamos: sus modas, sus movidas, su propuesta de vivir despreciando a Dios…

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXV)"


El papa Benedicto XVI, lo que expresa en su mensaje “La libertad religiosa, camino para la paz” que ha preparado con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz de este año 2013, es que equiparar jurídicamente -cosa que se ha hecho en España por obra y gracia de esa lumbrera llamada José Luis Rodríguez Zapartero- el matrimonio heterosexual ” de toda la vida”, que es entre un hombre y una mujer (unión amorosa, estable, fiel, y abierta a la vida), con las uniones civiles entre homosexuales, es injusto, porque lesiona y desvirtúa lo que es solo propio de la realidad del matrimonio entre hombre y mujer.

Es decir, que la cosa tiene su miga, pues es justamente al revés: la agresión es de los activistas homosexuales a la doctrina católica, al haberse apropiado, gracias al “buen hacer” laicista de Zapatero, de una realidad que no les es propia, que no les puede pertenecer, que es como la cuadratura del círculo: no se puede.
Y de ahí que arremetan contra el Papa: que si homófobo, que si Venenito, que si Ratzinger Z… El Papa es pecador, falible, se equivoca a veces -o puede que a menudo-, como he reconocido en uno de mis últimos comentarios a este post. Podría planteársele a él mismo la razón de calzar esos zapatos que calza, o el porqué de algunos de sus comportamientos, el porqué de la pompa litúrgica… Pero zaherirlo como lo zahieren algunos, me parece que es muy claro a lo que obedece: los hijos de las tinieblas odian la luz que procede de lo alto…

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXIV)"


Y además, el psicoterapeuta, escritor, conferenciante (o conferencista, como dicen en Iberoamérica) y antiguo gay Richard Cohen es hoy un fervoroso cristiano de tradición evangélica. No siendo católico Cohen, coincide con el Magisterio en sostener que una vida de intensa espiritualidad crística siempre es afectiva (y efectiva) y sanadora para las personas deseosas de vivir su sexualidad, sea homo o hetero, en comunión con la fe y la doctrina de la Iglesia universal. 

O en comunión con los valores cristianos; al margen, obviamente, de los postulados teológicos liberales de las secciones más radicales de todas las confesiones cristianas que tratan de oponerse al Magisterio. Si no es así, no se aceptarán en modo alguno ni las opiniones de Richard Cohen -que es una autoridad en la materia-, ni las de la Iglesia católica, naturalmente.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXIII)"


Para los que puedan sentirse interesados: parece que ha hecho mucho bien a cientos y cientos de personas de tendencia homosexual (en estas cuestiones, solo Dios sabe) y también en personas heterosexuales interesadas en el asunto, el ensayo del norteamericano Richard Cohen, Comprender y sanar la homosexualidad.

Traducida recientemente al español y publicada en nuestro país, se trata del testimonio,  muy en primera persona, de su autor, el psicoterapeuta R. Cohen, en la actualidad heterosexual casado y padre de tres hijos, pero que cuenta con un pasado de lustros de práctica homosexual activa. Así que conoce la realidad de la afectividad homosexual absolutamente desde dentro, en primera persona del singular -y del plural, diríamos, pues la homosexualidad, como toda conducta humana relevante, afecta a segundas y terceras personas…-.
Cohen asegura que las tendencias homosexuales, incluso las muy arraigadas, tienen “cura, sanación, corrección”, a condición de que se quiera, se sea paciente, se superen crisis y caídas y recaídas, y se ponga la persona interesada en manos de especialistas que, como él mismo es, ayuden en el proceso. El profesor y psicoterapeuta Cohen asegura en su libro citado que se cuentan por centenares las personas de tendencia homosexual que han sido sanadas por él mismo.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXII)"


Francisco Javier Peláez:

No tengo que explicarte, me parece, que no tengo ninguna intención de decretar ninguna “fatua” contra nadie en general, y menos contra ninguna persona homosexual en particular. Porque no lo tengo por costumbre, porque ni siquiera me competería hacerlo, en el caso de… Y porque la Iglesia universal no lo hace, al menos en los tiempos modernos. En el pasado, cierto que a través del rigor de la Inquisición dictó el equivalente a esas fatuas propias del derecho islámico, y dictó condenas a muerte en la hoguera, etcétera. Todo muy lamentable.
El papa Benedicto XVI no dicta fatuas, tú lo sabes, o lo debes saber. Y difamas al Papa, allá tú. Lo difamas sabiéndolo o sin saber, pero sí que deberías conocer y aun reconocer que el papa Benedicto XVI no desprecia a los homosexuales por afirmar lo que afirma sobre la homosexualidad: es la doctrina de la Iglesia católica, que tú desprecias, me parece, al igual que el 95% de los que asoman por Atrio (quiero decir que este portal, al que siempre agradezco que me permitan participar, no se caracteriza precisamente por promover la fidelidad al Magisterio), y puede que me quede corto. No los desprecia; es “interesada” la solución de hacer creer a la opinión pública internacional que el Papa desprecia a los homosexuales, para así colar las reivindicaciones del lobby LGTB.
Creo que jamás me he dirigido a ti, ni he hecho comentario alguno sobre tus propios comentarios o artículos, aquí en este portal, si bien esto, por razones obvias, no lo puedo asegurar, ni es algo importante, la verdad. Y tú sin embargo vas y me llamas “facha” por defender la doctrina de la Iglesia católica. Está bien eso. Pues será que soy facha, como tú dices.Cosa que no me suele ofender: no considerándome propiamente progresista, tampoco me considero un facha al uso, nunca lo he sido, nunca he militado en organizaciones de derechas y menos de extrema derecha (sí lo he hecho en organizaciones de izquierdas, y aun de extrema izquierda); pero sobre todo, cada vez me siento más allá de esas etiquetas socorridas al uso, más ajeno a ellas.
Así que mira, para que veas, un ejemplo. Yo me alineo con la doctrina de la Iglesia católica, cierto; pero a la vez creo que la Iglesia católica está tan dañada por el secularismo, por el falso progresismo, por el burocratismo, por la falta de compromiso, por la incoherencia entre lo que predica y lo que hace… Vamos, que si san Juan Crisóstomo levantara la cabeza, él que, como cristiano y como patriarca de la Iglesia en Oriente destacó por la coherencia con que vivió la relación entre lo dicho y lo hecho, entre lo predicado y lo vivido, entre la teoría y la praxis...
Es más, te cuento. Hace unas fechas conocí el caso, en cierta diócesis de España, en compañía de dos amigos seglares y un joven religioso católico, de una joven feminista progresista que vive en lo profesional gracias a la Iglesia católica. Acompañada de una chica joven, nos la presentó como su “pareja” lesbiana, que para más “inri” nos aseguró que, además de compartir su amor (viven juntas, pareja de hecho), compartían trabajo profesional para la Iglesia católica, gracias a la Iglesia católica, contratadas por la Iglesia católica.
Ergo, pregunto: ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que la doctrina de la Iglesia católica sostenga lo que sostiene sobre la homosexualidad y luego consienta en su seno, como si tal cosa, casos que contradicen abiertamente lo que en su doctrina enseña? Me cuesta sangre, sudor y lágrimas y Dios y ayuda el poder encajar y entender esto; vamos, no lo entiendo… ni lo quiero entender.
Mi tesis es que es así la cosa porque la Iglesia ha sufrido, sobre todo en el último medio siglo tras el Vaticano II, un como imparable proceso de mundanización. El Vaticano II abrió las puertas y ventanas de la Iglesia al mundo, pero el ideario de Juan XXIII, el impulsor del Concilio, no fue promover el aborto, la homosexualidad, el divorcio, el relativismo teológico… El buen papa Juan lo que quiso fue acercar la Iglesia a la mentalidad del hombre moderno para seguir planteando en realidad los mismos retos de la Iglesia de siempre: fidelidad al Evangelio, amor filial a la Iglesia…
De modo que la casa (la Iglesia católica) está como está…

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXI)"


Creo que lo más propio de un buen fiel católico es escuchar con mucha más atención y lealtad y fidelidad la voz del Magisterio, que los reclamos, las voces y las exhortaciones de las leyes civiles; máxime cuando no pocas de esas leyes civiles han sido hechas por administraciones, ideologías y gobiernos decididamente anticristianos por laicistas.

Algo similar a lo que acabo de pronunciar quería dar a entender D. Tomás Malagón cuando afirmaba: “La mejor manera de construir sociedad es construir iglesia“. O Guillermo Rovirosa cuando afirmaba: “Todo verdadero apóstol de Cristo ama con pasión a la Iglesia”.
Claro que ni las de uno ni las de otro son palabra de Dios, lo mismo que no es menos cierto que los tiempos han cambiado una barbaridad en los últimos lustros con respecto al tiempo en que ambos citados en el párrafo anterior pasaron por este mundo.  Pero como “hoja de ruta”, creo que valen la pena.
Tampoco estoy afirmando que esa fidelidad a la Iglesia no vaya a estar exenta de dificultades, temores, dudas, perplejidades, noches oscuras, turbaciones… Más en los tiempos que corren: la Iglesia católica del año 2013 está notablemente más corrompida que la de hace 50 años; digo a escala mundial (en España colaboraba entonces con la dictadura de Franco, malo malísimo, como se sabe).

Ojo: escribo "corrompida" con cierto temor y temblor: puede que hoy día haya incluso más cristianos auténticos que hace 50 0 60 años, en pleno nacionalcatolicismo en España, época en que el catolicismo era muy sociológico y no poco hipócrita como consecuencia de esos imperativos sociales.
Me parece.

"Brevísima apología de la vida sencilla"


Y no obstante toda la verdad que contiene la reflexión de Esther Vivas -cuyo nombre me suena no solo de Atrio sino también de Cristianismo y Justicia de Cataluña-, cuán a menudo incumplimos, yo también, la sabia recomendación de un tal Diógenes, que solía exclamar en público, ante puestos de vendedores, comerciantes de todo tipo, etcétera: “Qué pocas cosas necesito, y qué poco necesito lo que necesito”.

Aunque en realidad, sin consumo no habría desarrollo económico; ciertamente, uno de los graves problemas por que atraviesa la economía española: no hay consumo, no se genera riqueza, las empresas han bajado muy considerablemente sus ventas…
Entonces, así las cosas ¿qué hacer? ¿Bastaría con no comprar en firmas y cadenas comerciales de las que conocemos sobradamente que producen sus productos conculcando los más elementales de los derechos laborales de sus trabajadores? Solo que una cesta de la compra con solo productos del llamado comercio justo es inviable para una mayoría de economías de nuestro país...
Y cuando se trata de comer fuera de casa, ¿preferimos lo más lujoso o somos sencillos, modestos y hasta frugales en nuestros gustos? Cuando viajamos, ¿vamos en primera, en clase turista…? ¿Cambiamos de coche cada dos por tres, lo mismo que de móvil…? ¿No podemos pasarnos sin llevar ropa de marca, calzado de marca, perfumes carísimos, joyas de alucine…?

Hace lustros que yo creo haber optado por un estilo de vida sencillo prácticamente en todos mis gastos, lo cual no quita o impide que a veces "me salga fuera del plato" con algún gasto extra en forma de comidas fuera de casa, discos musicales (pocos) o libros, cine (más poco aún: casi todo el que veo, que creo es bastante, lo visiono gratuitamente)...

Pienso en el modus vivendi de Jesús de Nazaret, y de paso en el de tantos profetas y personas buenas que la historia ha conocido, hombres y mujeres que pasaron por este mundo viviendo de manera sencilla, hasta humilde, modesta, desprendida. Y lo que suele ocurrírseme es la idea de que estos asuntos económicos son como la pescadilla que se muerde la cola: si nos apuntamos todos y todas a pobres, modestos, humildes, frugales y sencillos, y por ende apenas consumimos, los comercios y empresas de todo tipo no venden, o ven disminuir drásticamente sus ventas; si descienden drásticamente las ventas, la economía sufre menoscabos serios; si la economía sufre menoscabos serios, pues sucede algo parecido o muy similar a lo que estamos viviendo en España a principios del 2013: la economía patria colapsada; la sangría de parados, pues que no hay dios que la pare; las empresas, pues más cierran arruinadas que las que abren...

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XX)"


El obispo de Córdoba, D. Demetrio Fernández, ha condenado recientemente la ideología de género… en consonancia con la doctrina del sucesor de Pedro. Esto es, rechazo del femenismo de género, de la práctica activa de la homosexualidad, y en general descalificación de las movidas de los colectivos LGTB. 

Sin embargo, yo mismo conozco el caso de una pareja de lesbianas (en cierta diócesis española) que confiesan que son católicas, viven maritalmente juntas y, además, profesionalmente trabajan para la Iglesia católica; puede que hasta presuman de ello, ufanas, sobre todo en este tiempo de crisis en que al menos yo, encima, no conozco a ningún militante de la HOAC actual que esté en el paro (habrá muchos, sin duda, pertenecientes a esa organización y a otras obreras, pero yo de entre los que conozco, a ninguno). La HOAC ha dado militantes santos, y aún hoy día cuenta entre sus fieles con católicos excepcionales, sin duda, solo que apunto ese dato que yo conozco, nada más.


De modo que a todos los que conozco que han pasado por esa organización… Con decir que algunos de esos llevan “chupando” de la teta de la política desde hace 30 años o más. Y luego sí, mucha solidaridad con los pobres, mucho bla bla bla pero… la nómina a fin de mes no les falla desde hace la tira. (Naturalmente, por denunciar esto ya conozco perfectamente las consecuencias: más ninguneo, más desprecio, más indiferencia, más difamación contra mi persona, incluso en sectores católicos…)
Pero a lo que íbamos: monseñor Demetrio Fernández (me cuesta tratar de esta forma a los obispos, no crean que no, pues considero que durante muchos siglos los jerarcas o pastores de la Iglesia han abusado del clericalismo, el autoritarismo, la jerarcocracia), ¿no dicen ustedes que ideología de género no, que lesbianismo no? Pues entonces, ¿en qué quedamos?
El cardenal Rouco en Madrid, en la Fiesta de la Familia, predica el ideal de familia cristiana (solidaridad, fidelidad, espiritualidad conyugal, generosa apertura a la vida, estabilidad, apoyo mutuo, santificación mutua de los esposos…), en tanto sigue siendo “esperpéntico” el espectáculo de tantos y tantas “colocados a dedo” por los obispos y resto de responsables eclesiales (escuela católica, profesorado docente de Religión católica en la escuela pública, centros asistenciales diversos, facultades de Teología…) , quienes -esos y esas colocados a dedo a menudo- se pasan por el forro la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio cristiano.
Ergo, distinguidos monseñores Rouco y Demetrio, ¿en qué quedamos? Yo ya sé en lo que voy a quedar, desde hace tiempo además: seré más difamado -incluso por algunos que presumen de teólogos y de teólogas-, ignorado, boicoteado, preterido y ninguneado, ignorantado, que diría nuestro Víctor Ramírez, en referencia al coloniamismo que de la Metrópili ha sufrido históricamente Canarias. Pero la Iglesia universal que ustedes pastorean… ¿en qué quedamos?

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XIX)"


luis henríquez
Javier Peláez:
No soy kiko, nunca lo he sido; sin embargo, considero que en el Camino Neocatecumenal no todo es malo, no todo es sectario -como en ciertos medios laicistas se dice de los neocatecumenales-; muy al contrario, junto a planteamientos notoriamente mejorables, y algunos claramente negativos, hay aspectos muy “honestos”, desde la perspectiva del Evangelio y la fidelidad a la Iglesia universal. En todo caso, nunca he pertenecido a ese camino de fe, creo que principalmente porque me he sentido más atraído por otras movidas de iglesia más sociales, más implicadas en la lucha por la justicia.

Tampoco soy propiamente independentista canario, como sí lo es el escritor Víctor Ramírez, a quien he citado; mejor, una expresión muy suya. El hecho de no ser propiamente independista no quita en modo alguno mi amor y mi identificación plena con la cultura canaria.

Ana Rodrigo:
Cuando hablo de “charlatanes metidos a teólogos” no pienso en ti, en absoluto, ni en ninguno de los habituales de Atrio. Ni me considero “por encima” del orbe de los teólogos, en absoluto; simplemente pienso en algunos que me parecen, más que teólogos, charlatanes. Naturalmente, la responsabilidad de ese “juicio” es mía, solo mía.

En cuanto al feminismo, de forma global no lo rechazo, creo que nunca lo he rechazado, pues alberga no pocos aspectos positivos; rechazo el que me parece “revanchista, fomentador de fobias antivarón”. Obviamente, rechazo el feminismo que se apoya preferentemente en la ideología de género, que es justamente el que más rechaza el Magisterio, que a su vez es sistemáticamente negado o rechazado en Atrio,con la excepción de contadas firmas. 

(Por activa y por pasiva y más de dos veces y hasta de tres, he agradecido la acogida que se me dispensa en Atrio: salvo casos muy contados, nunca rechazan mis reflexiones, nunca lo hace el bueno de su coordinador, que además ha tenido el detalle de escribirme algunos correos personales, en respuesta a otros tantos míos, muy atentos, muy amistosos.)

Feliz Epifanía.

martes, 29 de enero de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XVIII)"



Con todo, lo que más me llama la atención de la entrevista, acaso sea la claridad -no se anda con tapujos, con dobles verdades, con remilgos- con que reconoce que tuvo a bien, por las razones que sean y que pertenecen a su intimidad, al sagrario de su vida privada, conocer el amor humano. Habiendo sido religiosa, conste; esto es, una consagrada a Dios desde la pobreza, la castidad, la obediencia.

No estoy planteando ninguna crítica a la vida religiosa como la ha entendido la Iglesia universal (con sus dos “pulmones”, el de Oriente y el de Occidente) hasta la fecha, en modo alguno: me sigue pareciendo un modo de vida admirable, para el que crea recibir esa llamada, etcétera. Más bien lo que planteo es que, incluso sin poder conocer las auténticas intenciones de la ya anciana militante en pro de la justicia  Leonor Esguerra Rojas al confesar esos episodios de su vida, el mero hecho de haberlos confesado supone un gesto de, cómo decirlo, valentía personal, honradez consigo misma, fidelidad a su mundo interior, lealtad a su ser de mujer de carne y hueso.

Desde luego, no faltarán quienes le reprochen a la veterana exmonja colombiana que habiendo actuado como actuó en su momento, hizo daño a la vida religiosa de la Iglesia católica tal y como está constituida, y que tal vez hizo daño a los propios pobres usando métodos violentos guerrilleros, etcétera. Acaso contenga alguna o no poca verdad toda esa crítica. Pero insisto: luego de haber sido una consagrada al Dios de Jesucristo, una desposada con Cristo, atreverse a desnudar su alma hasta el extremo de reconocer que llegó a ser amante -no sé si suena muy fuerte la palabra-, en pleno fragor revolucionario en Colombia, de un líder guerrillero…

Al hacer esa confesión, es como si se hubiera despojado de toda dignidad, hasta de la de haber sido esposa del Esposo. Y así quedar a la opinión pública en esencia: una mujer de carne y hueso, apasionada por la lucha militante por la justicia.

¿Una pena de exmonja que se perdió (una vocación, se entiende) por causa de la politización más o menos marxista del mensaje cristiano? Puede. Pero repito que me quedo con esa confesión:  la vieja Elena Esguerra Rojas se ha desnudado, se ha quedado en pelotas -perdón de nuevo por la expresión-. Sola con la verdad de su vida ante Dios. Y más que esto ya es difícil ofrecer algo


Por el testimonio que de sí misma ofrece en la entrevista, parece muy difícilmente discutible de la exmonja colombiana Leonor Esguerra Rojas la verdad de su vida: los móviles de la misma han sido la solidaridad, la pasión por la justicia, la opción por los pobres. Si se ha equivocado -que sin duda se ha equivocado, como nos equivocamos todos y todas, en mayor o menos medida-, la balanza de sus errores y aciertos, virtudes y pecados, corresponde o compete a Dios establecerla, ahí es nada.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XVII)"


La carta de D. Demetrio, obispo de Córdoba, me parece tan nítidamente católica que no sé si me asombra o no me asombra que arremetan contra ella y contra su autor.

Es una serie de aspectos esenciales de la fe de la Iglesia católica lo que expone el obispo católico. La verdad que es, la expone el obispo. Entonces, ¿por qué se le ataca? algunos incluso, con términos hirientes, despectivos.
Con todo, ya he tenido ocasión de reconocer aquí mismo en Atrio -afirmación mía que levantó más de una ampolla, pero ya estoy acostumbrado-, que si hay algo que no me cuadra de todo este asunto es el porqué si está tan claro para algunos obispos, como en este caso parece estarlo para monseñor Demetrio Fernández, la actuación de la Iglesia católica (su día a día) luego está tan llena de aparentes incoherencias: feministas lesbianas que viven en pareja y que trabajan para la Iglesia católica; educadores, profesores y demás docentes que no predican con el testimonio de matrimonios solidarios, espirituales y generosamente abiertos a la vida (hoy casi ninguna pareja de bautizados tiene más de dos hijos, “teólogos” y “teólogas” incluidos; ergo, lo más probable -excepciones aparte que solo Dios conoce y juzga-es que no le hagan mucho caso a lo que enseñó Juan Pablo II, aunque lo expliquen en clase, ni a lo que acaba de decir en su artículo D. Demetrio); curas que nunca jamás hablan de estos temas…
Desconcertante la vida de la Iglesia católica. Como poco.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XVI)"


D. Demetrio Fernández (actual obispo de la Diócesis de Córdoba, España):

Solamente un puñado de miles de matrimonios católicos en España es fiel a la enseñanza de la Iglesia católica en materia de sexualidad humana y fertilidad. Esta es una verdad “a todo grito” o un secreto a voces. Lo sabe casi todo el mundo, incluidos ustedes, pastores de la Iglesia católica, me supongo. Y reconocerlo así no es juzgar a nadie en particular, con nombres y apellidos. Es una evidencia que se impone por la fuerza de los hechos; no hay vuelta de hoja.
No hay más que ver lo “adelgazadas” que siguen las familias formadas por bautizados. O lo que es lo mismo: ¿En qué diócesis española abundan las familias jóvenes con 3, 4, 5, 6, 8, 10, 12 hijos…? ¡En ninguna! Casi han desaparecido. Y empero lo cierto es que ese tipo de familia es la consecuencia o fruto normal de tomarse en serio la doctrina de la Iglesia católica… ¡Que ni la mayoría de “teólogos” y “teólogas” seglares parece tomarse en serio, monseñor! Y a esos teólogos y teólogas los colocan ustedes en sus puestos, no yo, que nada puedo, más que patalear y poco más (y sufrir asimismo el anatema de resultar un puteado-apestado por algunos de ustedes).
Por tanto, repito -por enésima vez ya, cansinamente, hasta aburrir a las ovejas, a todos los rebaños posibles-: ¿En qué quedamos, monseñor?
Casi nadie se toma en serio hoy día esa enseñanza tradicional que usted expone, que es la de la Iglesia católica -no son inventos míos-. ¡Casi nadie de los jóvenes que van a misa! Aunque enseñen Teología en facultades teológicas, Religión en la escuela, Matemáticas en la otra… Nada. ¿No se da usted cuenta de que casi nadie le hace caso? Ni a usted, ni al Papa… La Iglesia católica -salvo honrosas excepciones que solamente Dios conoce en profundidad- está mundanizada a tope, radicalmente; a más no poder…
Es más: yo que en un portal como este me hago eco de la doctrina al respecto de la Iglesia católica -portal al que siempre agradeceré que, por lo común, no silencie mis comentarios, aunque casi nadie me haga el más mínimo de los casos, me da igual casi ya-, lo creo conocer, ya digo, por el escasísimo eco que concitan quienes nos alineamos con esas doctrinas “machistas, trasnochadas, antifeministas, retrógradas, conservadores, derechosas”…
En esta víspera de Reyes, las cosas siguen iguales en ese particular de la doctrina, monseñor Demetrio. Igualito.
Felices Reyes.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia(XIV)"


Me parece muy cierto que la Iglesia católica en España goza en efecto de ciertos privilegios que, como poco, resultarían muy discutiblesComo también es cierto que sufre la incompresión y el rechazo de no pocos colectivos, sectores, políticas y administraciones, etcétera. Lo cual a su vez no es menos cierto que el hecho de que la propia Iglesia católica -me refiero ahora especialmente a sus pastores: obispos, sacerdotes…- ha ido labrando su propio descrédito social a base de incurrir, un día sí y otro también, en toda clase de incoherencias, hipocresías, alianzas con los poderosos; en definitiva, traiciones al Evangelio.

Hasta el extremo de que es una de las instituciones peor valoradas en España. Tal valoración, entiendo, no es solamente consecuencia del laicismo en sus versiones más desafectas hacia la Iglesia, que es la tesis principal que manejan nuestros obispos, sino que también tiene que ver, y mucho, con errores de la propia institución.

Entonces, henos aquí con la pregunta-perplejidad inevitable: ¿Para qué quiere mantener la Iglesia católica en España esos acuerdos firmados en el año 1977 entre el Vaticano y el incipiente Gobierno democrático español? Respuesta inmediata y lógica: los quiere mantener para evangelizar, para difundir el mensaje de su Señor…

Y claro, entonces uno exclama un no poco sorprendido “Ah, conque los quiere mantener para eso”… Está bien, si es así. Pero la verdad, a menudo no lo parece; es decir, a menudo no parece que los privilegios fiscales, sanitarios, educativos, militares, entre otros privilegios, la Iglesia los esté usando debidamente para evangelizar, sino más bien para mantener todo un aparato burocrático en buena parte de sus movidas evangelizadoras, que no hace otra  cosa que secuestrar el Evangelio.

Postdata: hace unos días anuncié que dejaba de participar en Atrio como forista, al menos durante un tiempo, tras haber sufrido, entendía yo, la provocación y los anatemas de un forista (malos entendidos o rencillas pasadas; debo desear a ese muchacho lo mejor, sin duda, es lo más cristiano). Sin embargo, considero que, salvado ese incidente, no tengo razones de peso para dejar de participar en este portal, salvo que expresamente me lo ruegue su coordinador, el señor Antonio Duato, o en su defecto una suerte de comité de foristas indignados con mis ideas, o algo así.

Sigo considerando que este portal es muy progresista, y yo no soy propiamente progresista (tampoco me considero de derechas, ni facha ni vainas por el estilo). Sin embargo, frente a una mayoría de voces progresistas, críticas con la jerarquía y desafectos, más o menos, con el Magisterio, la mía, que apenas se levanta un palmo del suelo en su vuelo -perdón por el pareado-, puede ofrecer un cierto contrapunto.

Porque además, aunque no soy crítico con la doctrina de la fe, con lo que frecuentemente llamo yo mismo hipocresía eclesiástica sí suelo ser muy crítico. Hasta el extremo de llegar a plantearme reflexiones como esta que expresa el escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti en su poema “Defensa de la alegría”: “Defender la alegría como una certidumbre/ defenderla a pesar de Dios y de la muerte/ de las buenas costumbres y de los apellidos (…)” Esto es: no digo el defenderla “contra Dios” -porque si existe, y yo creo que sí, Dios es la fuente de la alegría-, sino contra “el mal rollo” de muchos que se consideran sus representantes en el planeta Tierra y que empero, más allá de ser pecadores (pecadores y pecadoras somos todas las personas), son unos mezquinos de cojones, unos hipócritas autoritarios…

Me parece conocer, por propia experiencia personal, que la Iglesia católica está llena de ese tipo de personajes.