lunes, 20 de mayo de 2013

"De golondrinas y de flores: es el amor que pasa (VIII)"


20/7/2009




Hola, saludos, Cándida, ¿cómo está mi Sofía preferida?

Siempre nos quedará el amorDe vuelta a casa, luego de mi periplo por la isla canaria de El Hierro, resulta que no dispongo de momento de acceso a Internet en mi domicilio, razón por la cual me es más difícil el conectarme y así responder a tantos correos que recibo. Con todo, confío en que estés bien.

Con respecto a esa familia de siete hijos de que me hablas, pues qué quieres que te diga que no sea que fuera de los del Camino Neocatecumenal, el Opus Dei, o tal vez -pero es muy raro o excepcional- más allá de algunos pocos grupos más (en sus "buenos tiempos", también eso mismo era posible encontrarlo en un grupo apostólico y militante muy distinto a los anteriores, distinto por su compromiso solidario verdaderamente "de izquierdas", me refiero al Movimiento Cultural Cristiano y al Colectivo con los Pobres de la Tierra; actualmente, ya casi que no), es casi imposible encontrar hoy día a hombres y mujeres jóvenes dispuestos a traer a este mundo tantos hijos, sobre todo en Occidente. 

Sin ánimo de juzgar a nadie en particular y sin cerrarme al reconocimiento -siguiendo en esto a san Pablo en una de sus cartas- de cuanto bello, verdadero, justo y noble hay o haya en la cultura secular y en la experiencia humana consideradas de forma global o conjunta-, lo cierto es que Occidente es cada vez menos cristiano, es decir, es cada vez más pagano, más retorcidamente decadente. Occidente está rabiosamente secularizado, Sofía.

Así las cosas, yo como hombre puedo decirte que si se le plantea a cualquier mujer joven occidental -incluidas no pocas de las ya de por sí escasísimas que siguen asistiendo a misa- el tener una familia así de generosamente abierta a la vida, lo primero que hará sin duda es mandarte a la mierda, es decir, al carajo, a tomar el fresco por ahí, a tomar por culo, si me permites la grosera expresión. Y de paso acusarte de troglodita y de machista enemigo de la liberación de la mujer...

Y se quedan tan seguras de que actúan bien... las que van de católicas incluso y que viven en lo profesional de la Iglesia, pasando por alto la propìa doctrina al respecto del matrimonio de la "empresa" que les da de comer: Sí: aunque sean mujeres jóvenes que se ganan la vida dando clases de Religión católica en la enseñanza pública (verdadero nido, por cierto, digo la enseñanza de la Religión católica en los centros docentes públicos, de corporativismo, amiguismo, enchufismo, nepotismo y mediocridad mundana y burguesa), en colegios católicos concertados o privados, o en cualesquiera otras organizaciones de la Iglesia más o menos eclesiales... Mientras que a mí, Cándida, me han ignorado completamente, sobre todo desde la Diócesis de Canarias. 

Por pura desgracia -insisto en que sin querer entrar a juzgar a nadie en concreto, pues todos somos pecadores-, sobreabunda hoy día en los ambientes eclesiales la más estricta mediocridad, cuando no el compadreo amiguista y mundanizante ajeno casi a cualquier atisbo de profecía y de compromiso militante. Y el "adaptarse al espíritu del mundo", pues ten por seguro que creyendo en estas ideas "machistas" en que creo (obviamente, me refiero a las de tener hijos desde la generosidad, etcétera), lo mínimo que obtengo es que me digan lo que ya he reconocido: troglodita, machista.

De modo que siendo así lo que hay abundante en la Iglesia católica, mi querida Cándida, mi Sofía preferida, ya sabes cuál es una de mis tentaciones "favoritas": acabar por tirar la toalla y, en vista de lo que hay, pasar de complicarme la vida con movidas católicas, y así ulteriormente centrarme en mis cosas, en mis asuntos, que es, parece, lo que casi todo el mundo hace hoy día, incluidos muchos y muchas que van de católicos solidarios por la vida y por la Iglesia.

Por lo demás, no comparto muchas de las sensibilidades de los Kikos, pero claro que no seré yo quien trate de aguarles la fiesta: si esa familia bendecida con siete hijos es a su vez bendecida con siete vocaciones a la vida religiosa o consagrada, chapó; y si no, chapó también, pues los hijos han de quererse por ser hijos, no porque lleguen a obispos o a abadesas.

Saludos, Cándida Sofía. Nos cuidamos.


Luis Henríquez. 20 de mayo, 2013.



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