martes, 26 de febrero de 2013

"Sea quien sea el nuevo sucesor de Pedro"



Hay que ver la distancia tan grande que media entre un sector y otro sector de la Iglesia: el sector de la derecha católica y el sector de la izquierda católica…


Con solo señalar que desde ciertos portavoces de la derecha más derecha católica, se acusó en su momento al obispo argentino Bargalló de “Vergalló”: clara alusión sexual, es decir, verga, órgano sexual masculino, por el “affair” amoroso que mantuvo el dimisionario obispo argentino con una señora divorciada (¿o era viuda?) también argentina, con playas exóticas mexicanas incluidas. O con recordar que el cardenal Maccarone por su parte pasó a ser “Maricone”, también por algún prócer de esa derecha católica así rebautizado.

Qué pasada. En Atrio se ha levantado recientemente una controversia, tampoco muy larga o prolija, a propósito de una carta abierta de algunos curas vascos en que estos apoyan las reivindicaciones en pro de la ordenación ministerial de la mujer en la Iglesia católica, y uno no puede sino esbozar una sonrisa de incredulidad, de ironía, no sé, pues resulta que, en el espectro internético de la derecha católica, han saltado a la yugular del cardenal Keith O’Brien, hasta hace unas pocas semanas papable en el próximo cónclave ya inminente en el que finalmente no va a participar el prelado católico escocés (de nuevo, el telón de fondo de los abusos sexuales de miembros del clero católico romano), por atreverse a decir el purpurado escocés que él es partidario de ordenar a hombres casados (viri probati), e incluso partidario de que el celibato de los presbíteros diocesanos sea opcional. El revuelo que han armado esas declaraciones del cardenal en sectores de la blogoesfera mediática de la derecha católica.

En el cuadernillo de Cristianismo y Justicia Símbolos de fraternidad (sacramentología para empezar), publicado en enero de 2006, el jesuita y teólogo valenciano José Ignacio González Faus nos recuerda que no es una falta de respeto el recibir la comunión en la mano, puesto que además es una forma que recuerda más a cómo debió ser la Última Cena de Jesús, al partir el pan con sus discípulos y pasarles la copa con el vino de celebrar la Pascua. Pues siendo así y a pesar de que en efecto los santos y santas parece que han preferido desde siempre la forma más “piadosa” de comulgar de rodillas y en la boca y solo bajo la especie del pan, y a pesar de que el propio papa Benedicto XVI prefiere que el fiel comulgante se arrodille al recibir de sus manos la comunión eucarística, no vean ustedes, queridos amigos y amigas de Atrio, la que arman los más conservadores por el hecho de que muchos fieles católicos sigan prefiriendo recibir la comunión en la mano (yo entre estos)…

Por lo que a mí respecta, solo pediría que respetaran mi opción de seguir comulgando recibiendo el Cuerpo de Cristo en la mano, lo cual no parece nada seguro cuando uno lee las proclamas de los defensores de la llamada misa tridentina en latín, también llamada preconciliar, por ejemplo. Estos, como se oponen en verdad a la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II -que juzgan demasiado aperturista, ecuménica, filoprotestante, etcétera- exigen que el fiel reciba la comunión de rodillas y en la boca.

Parece una forma más piadosa, sin duda, preferida por el común de los santos y santas, por los papas... Pero reivindicarla por sí sola, al margen del compromiso por el Evangelio que entraña la vivencia esencial del sacramento eucarístico, puede desembocar, como reconoce el propio González Faus en el cuadernillo a que me refiero, en actitudes hipócritas de "querer colar el mosquito y tragarse el camello".

Porque en efecto, la llamada a la comunión y a la fraternidad y a la lucha por la justicia, a la pasión por el Reino, es la exigencia esencial a la que nos convoca el participar en el banquete eucarístico. Sin un compromiso sincero en esta línea, todo puede quedar reducido a pietismo vacío, a "teatralismo" solo de formas, a espiritualismo desencarnado.

En fin. Salud y paz. A decir verdad, a solo unos días de la renuncia del papa Benedicto XVI, prevista para este próximo jueves 28 de febrero, a las 20 horas en horario español peninsular, con todo lo que ello ha supuesto y supondrá (ríos de información sobre posibles causas de tal histórica renuncia, el poner el dedo en la llaga de los grandes problemas de corrupción financiera y sexual que asolan a la Iglesia...), me pregunto por quién podrá ser el próximo sucesor de Pedro, de entre los candidatos que conozco, que se barajan, y empero también reparo en los problemas que sigue atravesando mi vida, en parte causados por la miserable e inhumana hipocresía eclesiástica...

Y de todo ello encuentro que, sea quien sea el papa que vaya a ser elegido, en nada va a afectar ello a la resolución de los graves problemas por que aún atraviesa mi vida, ya he dicho que en no poca medida causados por la nauseabunda hipocresía eclesiástica.

Desde luego, sea quien sea el nuevo obispo de Roma, ¿de qué me habrá servido el dedicar 25 esforzados años de mi vida al cultivo de una espiritualidad de conversión o militante deseosa de fidelidad al Magisterio (no sin luces y sombras, obviamente, no sin perplejidades y noches oscuras del alma), si resulta que cuando más he necesitado una ayuda, un auxilio, un SOS, los responsables eclesiales de turno han pasado de mí, me han ignorado, cuando no difamado?

Sea quien sea el papa que vaya a resultar elegido, ¿este tratará de acabar con el espantoso nepotismo que impera en la Iglesia católica y que hace posible que riadas de trepas, arribistas, mundanizantes y meros enchufados planten sus tiendas en la Iglesia católica, con la intención no de luchar por el Reino de Dios y su justicia y sí con la menos evangélica de lograr privilegios económicos, sociales, partidistas, individuales, profesionales?

Sea quien sea el papa que vaya a resultar elegido, ¿seguirá sirviendo de algo mi voluntad-vocación de aspirar a crear un hogar cristiano como la propia Iglesia quiere (fiel, estable, espiritual, solidario, abierto a la vida...), si resulta que hasta la inmensa mayoría de los que viven en lo profesional gracias a la Iglesia católica pasan de esas exigencias del Magisterio? No hay más que tomar conciencia del escaso número de hijos que se tienen por pareja: es un secreto a voces que ello es casi siempre consecuencia (excepciones aparte, que solo Dios conoce) de no tomarse en serio la doctrina sobre sexualidad de la Iglesia católica. De manera que siendo así las cosas y habiendo sido yo un inmisericordemente puteado-machacado por la hipocresía eclesiástica, ¿no es el género tonto seguir soñando con una mujer auténticamente católica, deseosa de formar un hogar  cristiano militante?

Con tales exigencias mías, que ya sabemos que ni cumplen casi todos los que viven en lo profesional gracias a la Iglesia católica, lo que principalmente logro es que todos los trenes que llegan a mi vida, pasen de largo, apenas reducen la velocidad o se detienen, pasan, no estacionan. De modo que ¿no parece absurdo todo? ¿O va a ser que los propios eclesiásticos que consienten todas estas irregularidades en la Iglesia católica me van a exhortar a que sea paciente, misericordioso, a que sepa perdonar, a que confíe en la misericordia de Dios...? Menudos hipócritas serían si...

Sea quien sea el papa que vaya a resultar elegido, ya conozco el riesgo que comporta el seguir soñando con un hogar cristiano militante y abierto a la vida: la alta probabilidad de no encontrar a una mujer que quiera ir por ahí, sabido ya que ni la inmensa mayoría de las tecnoburócratas enchufadas en trabajos de la Iglesia católica están dispuestas a tomarse en serio las exigencias doctrinales de la propia "empresa" que les da de comer. Yo, tonto del capirote que debo ser, empero sigo queriendo ser fiel a esa doctrina, a pesar de todo el ninguneo-puteo que he sufrido perpetrado por la hipocresía eclesiástica.

Así que, sea quien sea el sucesor de Pedro que vaya a resultar elegido... Bueno, ojalá sea un pastor universal que quiera y sepa impulsar a la Iglesia en la línea que poéticamente plantea el obispo Pedro Casaldáliga: "Sueño con una Iglesia vestida solamente de Evangelio y de sandalia..." Solo que me temo que este sueño, que es el sueño de Jesús, no debe anidar en la cabeza de muchos obispos católicos... O igual sí, quién sabe: las apariencias suelen engañar y no debemos juzgar pero...

Pero ahí están los hechos que cantan: mucha gente de la Iglesia es tan incoherente, tan hipócrita, tan dañina, que una consecuencia lógica de todo ello es el pasotismo y la apostasía crecientes de muchos bautizados. Y la crisis de la Iglesia católica, que no cesa, y que está alcanzando unos niveles verdaderamente patéticos: promiscuidad en el Vaticano, luchas intestinas por el poder en la Curia, redes de homosexualidad gay vaticanescas, blanqueo de dinero, pedofilia...

La barca de Pedro pareciera hundirse; con problemas tan descomunales, con injusticias tan degradantes como la pedofilia, me explico perfectamente que de mí hayan pasado y me hayan tratado como me han tratado.

Pero Dios bendiga e ilumine al nuevo sucesor de Pedro. El reto que tiene por delante es muy delicado y exigente.



miércoles, 20 de febrero de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXXV)"


kanario XVI

Me quiero imaginar qué pensarán de este bello poema del obispo Pedro Casaldáliga (me refiero al que comienza así: "Deja la curia, Pedro [...]") los seguidores de M. Lefebvre...



Frente a una Iglesia "voz de los sin voz", en diálogo creativo con la modernidad, con la cultura, con los avances científicos, lo que me parece entender de la propuesta de los tradicionalistas de Marcel Lefebvre ("ultrarreaccionarios y medio fascistoides" los llaman muchos progresistas católicos, que a su vez se caracterizan por oponerse, más o menos sistemáticamente, a la doctrina del Magisterio) es la reivindicación de una Iglesia católica imperial, atesoradora de la verdad absoluta, enemistada de la modernidad, enemistada de los regímenes democráticos, negada al diálogo ecuménico e interreligioso, amiga de los regímenes dictatoriales de derechas (Franco, Videla, Pinochet, J.M. Lepen...), conservadora sin fisuras en todo (en lo social, lo político, lo económico, lo cultural...)...

Si es cierto lo que creo aprehender de los seguidores del francés M. Lefebvre (si no, me sabrán perdonar los seguidores del cismático arzobispo francés), no consigo entender qué lugar en un mundo tan plural, en el que tratan de coexistir pacíficamente cientos de religiones, agnosticismos, ateísmos, ideologías de todo pelaje, y asimismo innúmeros hombres y mujeres de buena voluntad con indepedencia de su credo religioso o ideología -y al tiempo lleno de injusticias: hambre, paro, esclavitud infantil, explotación del hombre por el hombre...-, puede tener esta movida ultraclerical de derechas.


Postdata o guinda (a modo de testimonio personal):

Hace no tanto tiempo tuve ocasión de conocer a un grupo de personas simpatizantes de las movidas de M. Lefebre, entre ellas, varios sacerdotes. La percepción que siempre tuve, que tuve en todo momento, fue la de encontrarme ante personas completamente cerradas a la empatía y al diálogo con el diferente, con el que, en el ejercicio de su libertad, osaba pensar, sentir, creer o hasta amar distinto al depósito doctrinal tradicionalista. Me parece recordar que prácticamente todos los que conocí simpatizantes de esa corriente eclesial habían participado en las misas en honor de Franco y de José Antonio Primo de Rivera... y estoy seguro de que algunos de ellos aún siguen participando, cada 20 de noviembre.

Sacerdotes rigurosamente de hábito talar (uno de ellos incluso, joven, con sotana que me pareció hasta más negra de lo normal, maletín negro, zapatos muy caros negros, todo de negro, como la muerte con guadaña y todo personificada en esa obra maestra absoluta que es El séptimo sello, del sueco I. Bergman), a los que uno no se imagina participando en una manifestación solidaria "llena" de laicistas (feministas, ateos, agnósticos, progres, librepensadores, comunistas, anarquistas...), almorzando en un bar de trabajadores, plantando papas un fin de semana, echando unos lances en espera de que algún sargo, alguna salema...

Es gente que me pareció increíblemente conservadora; y que en general, me pareció más preocupada por reivindicar que por fin el obispo tal o cual usara guantes para celebrar la Eucaristía (manípulo creo que se llama ese artilugio), que en reivindicar la justicia social, por ejemplo, el sindicalismo militante, las medidas sociales contra el paro y la exclusión social, o una escuela pública gratuita y de calidad...

Dios bendiga y guarde a toda esa gente tradicionalista católica, benemérita sin duda en algunas de sus formulaciones y reivindicaciones, solo que yo, que tampoco soy propiamente un cristiano progresista (al parecer, por estar en contra del aborto, de la legitimidad de las relaciones homosexuales, del divorcio, etcétera), no me sentí en ningún momento ni cómodo ni identificado con esas movidas ultraconservadoras católicas.

Doramas de Luis, febrero, 2013.

martes, 19 de febrero de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXXIV)"




Querría añadir algunas matizaciones que me parecen necesarias:


1) Los regímenes marxistas que el mundo ha conocido, en el transcurso de apenas 100 años han ocasionado más de 100.000.000 millones de muertos. (En varios siglos de funcionamiento, las víctimas totales de la Inquisición católica, en todas sus formas eclesiales y en todos los lugares en que se implantó, no superan el número de 10.000 víctimas mortales. No se trata de jugar al “pero tú y los tuyos más”, y sí más bien se trata de proceder como intuyera el propio Nietzsche: “La grandeza moral de un hombre se mide en función de su capacidad de aceptar la verdad”.)  


Nos estamos refiriendo a los regímenes totalitarios de Lenin, Stalin, Mao, Pol Pol… Muertos por hambre (”errores en la planificación de la economía centralizada de Estado” los llaman), represaliados, purgas, perseguidos, hacinados en campos de concentración en los que se llegó a dar el canibalismo por mera ansia de supervivencia… Esto reconocido, que es historia, no invalida que un marxista como Walter Benjamin, u otro como Bertoll Bretch, o como la mismísima Rosa Luxemburgo, entre otros muchos intelectuales de gran relieve que podrían citarse, hayan contribuido con su testimonio de vida y aun con sus escritos, al bien de la humanidad en aras de lograr mayores cotas de solidaridad, paz y justicia, libertad, etcétera.


b) La Iglesia católica, por iniciativa de la gran mayoría de sus pastores, cierto que acabó apoyando el Golpe Militar del general Franco, esto es, la llamada Gloriosa Cruzada o Movimiento. Y puede que se equivocara al hacerlo, y con posterioridad pagó ese apoyo bajo la forma del nacionalcatolicismo y el entendimiento con el régimen dictatorial o autoritario de Francisco Franco. Pero no debe olvidarse que la Iglesia católica estaba siendo masacrada por fuerzas descontroladas de la República o de las izquierdas: se habrían de contar por docenas de miles los católicos (obispos, un total de 13, miles de víctimas entre sacerdotes y religiosos, miles de víctimas entre las filas de los seglares católicos) asesinados por odio a la fe durante los años de la Guerra Civil (por el simple hecho de ser católicos), y aun desde la Revolución de Asturias en el 34. 


Con esto no estoy queriendo afirmar que la Iglesia de aquella época fuera un espléndido testimonio de fidelidad al Evangelio y a los pobres; no lo era, pues es verdad histórica que se había ido acercando e identificando descaradamente con la burguesía y las clases pudientes de la sociedad. Pero ello no puede justificar de ninguna manera la horrorosa persecución religiosa que se desató en este país hace menos de un siglo. Persecución religiosa anticatólica y anticristiana que, según el consenso de muchos historiadores, no tiene parangón con ninguna otra sufrida por la Iglesia universal en ninguna parte del mundo (ni la sufrida durante la Revolución Francesa, ni la perpetrada contra la Iglesia católica por los revolucionarios mexicanos en su revolución en el primer tercio del siglo XX, ni la que se desataría en la comunista Unión Soviética contra el cristianismo principalmente ortodoxo…); esto es, solo parangonable con la sufrida en la persecución a los cristianos decretada por el Imperio Romano en los primeros siglos del cristianismo. 


c) Ningún historiador serio maneja ya la cifra de 1.000000 de víctimas provocadas por la Guerra Civil española; en realidad, la cifras que suelen manejarse, oscilantes, obviamente, no llegan ni al medio millón de víctimas. Lo cual ya es (y aunque hubiesen sido 25, para los efectos…) horroroso, sin duda.


d) El régimen de Franco, criticable y condenable por esto y por lo otro, no fue propiamente un régimen fascista, a la manera de la Italia de Musolini o la Alemania de Hitler. Cierto que en el núcleo fundacional de Falange se adoptaron tesis propiamente fascistas, pero sin duda moderadas, es decir, nunca exaltadoras del neopaganismo y el materialismo propios del fascismo italiano y del nazismo alemán, gracias precisamente al elemento católico presente en buena parte de la tradición falangista española.


Saludos. Buen día.

lunes, 18 de febrero de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXXIII)"



“Que todo ese tiempo y también durante su pontificado, tuvo conocimiento y encubrió múltiples y gravísimos casos de pederastia en la iglesia, permitiendo con ello la reproducción exponencial de este cáncer eclesiástico, en detrimento de la vida y dignidad de miles de niños y niñas abusados por sacerdotes. Aún cuando las pruebas eran irrefutables e inocultables, nunca actuó con la fuerza que ameritaba, no hizo justicia, no hubo una sola palabra de petición de perdón a las víctimas, no hubo reparación”.

Esto sostiene el artículo de Adital como un “debe”, entre otros que señala, en el pontificado de Benedicto XVI, que ya toca a su fin. (Otros "debes" del papa Benedicto XVI son: reafirmación de la negativa a que la mujer acceda al ministerio ordenado; rechazo de la posibilidad de que los fieles católicos divorciados puedan comulgar eucarísticamente; persecución de la Teología de la Liberación; apoyo a los grupos católicos más conservadores y aun integristas -recuperación de la llamada misa tridentina o en latín, entendimiento con los seguidores de Marcel Lefevre...-.)

Sin duda, el autor o autores del trabajo de esa revista digital brasileña conocen mejor que yo el asunto, el espinoso asunto de la pederastia en el seno de la Iglesia católica; ello en general, y en particular, la responsabilidad del papa Benedicto XVI en ese turbio y muy desgraciado mal de la bimilenaria institución. A decir verdad, aunque conozco informes de aquí y de allá, de muy diversa índole ideológica, aún ignoro el grado de implicación-responsabilidad del papa Benedicto XVI en la ocultación de la pederastia eclesial católica. En este portal, no faltan las voces críticas que lo acusan, que lo inculpan incluso; en otros foros católicos más conservadores, claramente de derechas, se le defiende, se le exculpa, se la declara poco menos que heroicamente benemérito por su clara posición a favor de las víctimas de la pederastia y a favor de su total erradicación de la Iglesia católica.

E incluso un autor nada sospechoso de conservador como el jesuita José Ignacio González Faus reconoce que no es justo culpar al papa Benedicto de haberse lavado las manos como Pilatos en el asunto de la pederastia en la Iglesia, y sí todo lo contrario. Resolución o iniciativa del Papa acaso no del todo enérgica, siempre según el parecer de Faus, pero desde luego novedosa y valiente en relación al típico proceder encubridor del Vaticano. 

Pero yo -ya he dicho- sigo sin saber del todo bien hacia dónde inclinar la balanza: ¿Culpable o inocente? De lo que sí me parece inocente el papa Benedicto es de ser un mal tipo; al contrario, creo que es un hombre de Dios, enamorado de Jesucristo y de su Iglesia. ¿Conservador? Sí, claro: conserva la doctrina de la Iglesia universal, que para eso es el sucesor de Pedro (”Pedro, confirma en la fe a tus hermanos…”, leemos en El Evangelio). Como la trató de conservar el papa Juan XXIII... Pero elemental: si “conserva” la doctrina de la fe católica, lo que no puede es ser progresista para así admitir la legitimidad moral del aborto, por ejemplo, o la legitimidad moral del divorcio, o tantas otras legitimaciones o legitimidades que al parecer hay que asumir para que le consideren a uno progresista. Exactamente lo mismo que Juan XXIII, que Pablo VI, que Juan Pablo I y que Juan Pablo II: todos conservadores de la doctrina de la fe de la Iglesia, como sucesores de Pedro

Comoquiera que sea, volviendo al horror de la pederastia en el interior de la Iglesia, perpetrada por cientos de sacerdotes y religiosos contra cientos, miles de menores de edad, sí que me interesaría destacar que hasta hace unas pocas décadas, justo antes de que les estallaran en la cara a las autoridades eclesiales católicas todos estos escándalos horribles, la forma preferente como la Iglesia luchaba contra la pederastia consistía en ¡ocultarla al poder jurídico civil competente!

Ocultarla, sí. Esto es: responsable o no el aún actual papa Benedicto XVI de encubrir a pederastas, lo cierto es que nada menos que el ya beato Juan XXIII, ¡quién lo iba a decir!, dictó en su tiempo una disposición o como se llame mediante la cual conminaba a que se mantuvieran ocultos o secretos y por ende fuera del alcance de la justicia civil, los casos de pederastia perpetrados por clérigos en la Iglesia, so pena de excomunión a quien lo comunicara a la justicia civil.

De manera que así las cosas en la Iglesia hasta ayer mismo, como quien dice, es inevitable plantearse esto: si penosos son todos los miles de casos de pederastia que en los últimos años han saltado a la luz y a la opinión pública internacional, imagémonos cuántos habrán podido ser en el seno de la Iglesia universal durante siglos. Nunca nadie podrá saber jamás cuántos han podido ser; pero sobre todo, aunque alguna vez “milagrosamente” se llegaran a conocer o estimar, ¿serviría ese conocerlos para recompensar a las víctimas ya fallecidas? Obviamente, no.

Y aun una última consideración al respecto. Aventuro, con todo el riesgo del mundo a equivocarme, que una de las razones por que las autoridades de la Iglesia han querido ocultar la pederastia eclesial no es otra que la secular consideración teológica de que el celibato y la castidad son estados de vida superiores al matrimonio, o sea, al ejercicio de la sexualidad humana. Dicho de otra manera: por salvar el estado célibe de Fulanito o Menganito abusadores, era preferible echar tierra sobre el abuso, sobre los abusos sexuales, incluso remover de destino al religioso pederasta, o dificultar al máximo posible la acción de la justicia civil.

Para mí es clarísimo que esa ha sido una de las razones, por más que tampoco ignoro que no faltarán quienes hasta se molesten por esto mismo que aventuro.

sábado, 16 de febrero de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXXII)"



Santiago Hernández:
 
Aclarado todo. Yo soy católico practicante, o militante mejor: participo de la vida de la Iglesia, de sus sacramentos, de la vida de oración, procuro estar al día de lo que en ella pasa, conozco algo de su teología y de su historia, llevo 25 años o más tratando de hacerme presente en ella desde una experiencia de espiritualidad de conversión o militante…
 
No soy modelo de nada, no soy militante ejemplarmente virtuoso o carismático; y sin embargo, lo que me parece apreciar en la Iglesia católica es un tejido muy tupido de seglares que hasta en lo profesional viven gracias a la Iglesia católica -y yo entiendo que he sido puteado-machacado en ese aspecto por la Iglesia católica, luego de haber sido muy ingenuo y generoso con ella y el Reino: de ahí mi rabia, mi “resentimiento y todo eso” según dicen algunos, acusación que ya ni me preocupa, me resbala- sin “dar la talla”.
 
A ver: ante el Señor cierto que todas las personas somos siervos inútiles a la caída de la tarde, digámoslo así, pero con la expresión “que no dan la talla” me refiero a toda esa cantidad de seglares que no habiendo sido nunca jamás militantes cristianos arriban y permanecen en la Iglesia universal más que por servir al Reino de Dios y su justicia, por defender sus intereses partidistas, particulares, económicos, profesionales.
 
En la Iglesia católica, son legión los que actúan así. En tanto a mí -espero que sea la última vez que torture a los lectores de este portal con estas rumias de mi vida pasada-, me han visto apaleado en la cuneta, en el camino de mi vida. algunos que considero muy impresentables e hipócritas eclesiásticos, y han pasado de largo, como el levita y el sacerdote de la parábola del buen samaritano. Considerándome más preparado intelectualmente (humanísticamente, teológicamente, literariamente…), más comprometido (esto es, más militante, aun siendo el pecador que soy), más fiel al Magisterio (con todo lo que ello comporta, y con toda la carga de perplejidades y dudas y tentaciones que ello comporta también) que la inmensa mayoría de esa legión a que me refiero, ¿cómo crees tú, amigo, que me puedo sentir, que me deba sentir, que me tenga que sentir?
 
Dicho con otras palabras igual de apasionadas o encendidas -que no incendiarias-: los hipócritas eclesiásticos que han pasado de mí tan miserablemente me parecen unos clericanallas: conmigo no han tenido entrañas de misericordia, todo lo contrario. Con todas las letras lo escribo. Puede que yo sea más pecador que ellos, pero sin duda creo que ellos son eso que digo. Y lo que experimento es que tales tipos hasta se alegrarían de que me fuera mal en la vida; hasta ese extremo me parece que llega su hipocresía.
 
De modo que quizá por lo que he sufrido en esta Iglesia es por lo que me viene gustando entrar en un portal como este llamado Atrio. Por activa y por pasiva he reconocido que discrepo de bastantes de las tesis y opiniones que se vierten aquí, por Fulano o por Mengana, por quien sea, pero que, sorprendentemente tal vez, al menos en los últimos tiempos he sabido o creído encontrar una cierta sintonía entre las críticas que contra la Iglesia vierten foristas como Javier Renobales, Pepe Sala, Pepe Blanco, Ana Rodrigo, etcétera, y mi propia experiencia, y mi propia realidad.
 
Mira: en otros blogs, de católicos más conservadores, más de derechas, puedo estar de acuerdo cuando hacen fuerza para oponerse al aborto, por ejemplo, a la eutanasia -porque a pesar de todos los pesares, me siento fiel al Magisterio, fidelidad que una nada desdeñable cantidad de seglares de esa “legión” a que me refiero parecen pasarse por el forro-, pero no me siento nada bien cuando despliegan mucho pero que mucho botafumerio en honor del clero, de los obispos, del clericalismo…
 
Me pareciera no poco adulona y hasta hipócrita esa querencia, esa predilección; prefiero la noción de Iglesia como comunidad fraterna de iguales (hombres y mujeres libres, hermanados en torno a un único Señor, que no es el Papa, sino Cristo), como Pueblo de Dios en camino, anunciante y militante del Reino en el mundo. Y esa noción me parece detectarla más en los escritos de un portal como este, a pesar de que luego discrepe de algunos posicionamientos feministas (no de todos, no me considero “antifeminista”: ahora mismo ultimo con prisas este comentario porque tengo que ir a hacer la compra semanal…), de la justificación del aborto, de cierta contumaz oposición a la doctrina del Magisterio…
 
Mientras no se me señale lo contrario, seguiré participando en este foro, pero confío en que en mis próximos comentarios no vuelve a tener que sacar los trapos sucios de mi reciente experiencia con la Iglesia universal, de la que nunca, creo que en ningún momento de mi vida, he dudado de su grandeza, inevitablemente mezclada con toda clase de miserias humanas, incluidas las mías.


Febrero, 2013. Doramas de Luis.

viernes, 15 de febrero de 2013

"¿Don Carnal contra doña Cuaresma?"

Considerando que en todo el orbe católico este pasado miércoles 13 de febrero fue Miércoles de Ceniza ("pistoletazo" de inicio de la Cuaresma), y que empero en casi todos los pueblos de Canarias se sigue celebrando la fiesta de Carnavales, querría compartir este brevísimo comentario: ¿Es el desenfadado don Carnal contra la severa doña Cuaresma?

Creo abrigar este profundo convencimiento: si la vida se pone al servicio de la fiesta, es no poco probable que la vida acabe deshumanizada; ergo, la fiesta es la para la vida, para celebrar la vida.

La fiesta al servicio de la vida. Así, durante siglos y más siglos, lo ha entendido la sabiduría popular: romerías, ofrendas, verbenas, bailes típicos, descamisadas, trillas, taifas... (El teólogo canario Felipe Bermúdez desarrolla magníficamente todo esto que yo solamente apunto, en su obra Fiesta canaria -una interpretación teológica-.)

Cierto que prácticamente debe haber muy pocas personas que puedan presumir -si es que de ello se puede presumir, lo cual no viene al caso ahora- de no haberse nunca echado fuera del plato, como suele decirse. Pero lo dicho: hoy día, a la altura de mis años, de mi experiencia, solo desde esa certeza de que la fiesta está al servicio de la vida ("de la vida en abundancia" que quiere ofrecernos Dios, según nos manifiesta el evangelista Juan) puedo entender el deseo de F. Nietzsche: "Solo creería en un Dios que supiera bailar". 

Febrero, 2013. Doramas de Luis.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXXI)"


Bastante de acuerdo  con el último comentario de Santiago Hernández (15 de febrero, 3.06, am). “Haciéndolo mío”, por más que igual yo no sepa expresarlo igual de bien,  querría responder a algunas de tus críticas a la Iglesia católica, Javier Renobales.
 
Por lo que toca a tu penúltimo comentario, en que te dirigías a mí, Santiago Hernández, amigablemente querría hacer una principal objeción: suelo estar de acuerdo con la presentación que haces de la Iglesia universal, como la sueles hacer en Atrio, pero no así estoy igual de acuerdo en que sospeches que es por “resentimiento o por traumas” por lo que formulo algunas críticas a la praxis de la Iglesia. Porque incluso en el caso de que fuesen formuladas desde el trauma personal y el resentimiento -posibilidades no descartables-, lo que afirmo sobre la abundante hipocresía que se da y vive en el seno de la Iglesia, a escala española, europea, por no decir mundial, me parece muy cierto, tan cierto que... 

Como cierto me parece que es lo que afirmo sobre otras tantas injusticias y “anomalías” de todo tipo que se dan en la Iglesia católica. Repito que a escala global, no de manera particular y localista, como tú sugieres.  Y tan a escala global que, donde se manifiestan de manera harto elocuente es justamente en el Vaticano: finanzas, Vatikaleaks, ansias curiales de poder, nepotismo, servilismo a intereses mundanos, altas dosis de hipocresía, pederastia, clasismo machista…
 
Javier Renobales:
 
Yo no soy quien establece esas distinciones o calificaciones en la Iglesia católica; por lo tanto, la mayoría de los analistas que de la actualidad de la Iglesia católica he podido conocer coinciden en situar a Carlo María Martini en el ala izquierda de la Iglesia católica. Conocedor en alguna medida del pensamiento del ilustre cardenal jesuita fallecido el año pasado 2012, formulo lo que formulo en mi anterior comentario. Podrá gustarnos más o menos, pero me parece que es así.
 
Puedes opinar lo que quieras, faltaría más, pero parece ser que el cardenal hondureño Madariaga, que es papable, no suele ser incluido en el ala conservadora de la Iglesia, y sí más bien en la progresista. Niégalo o rebélate contra este dato, pero es el que es.
 
Dom Hélder Cámara, el excepcional arzobispo brasileño actualmente en proceso de canonización, considerado en su tiempo obispo rojo, sin embargo, que se sepa al menos, nunca se desmarcó de la doctrina del Magisterio. Nunca. Y Dom Hélder Cámara es tan de la llamada Iglesia de los pobres como Dom Pedro Casaldáliga, el cual sí se ha manifestado, en algunos aspectos doctrinales, contrario al Magisterio. No estoy juzgando al obispo religioso claretiano, sin duda admirable por muchos de sus talentos y carismas (y también como poeta: conozco su poesía, he escrito trabajos sobre ella), pero los hechos son estos, me parece.
 
Por último, puedes pensar libremente y yo te agradeceré “en el silencio anónimo y a veces cómplice de mi lectura” algunos de tus comentarios en Atrio, pero lo cierto que creo además es que, según conozco de las afirmaciones de todos los vaticanistas que he podido conocer, no hay constancia seria de que en efecto el papa Luciani fuera asesinado. Ni siquiera el vaticanista Erick Fratini afirma tal cosa.
 
Nada más. Buen día.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXX)"



Santiago Hernández: en tu última reflexión aparecen algunos aspectos que no comparto, pero ahora voy contrarreloj y no puedo responderte. No obstante, sin ánimo de ofender permíteme: en algunas cosillas que dices creo entrever a un católico muy bien formado (tu caso), pero acaso adscrito -disculpas si crees que me equivoco- a una espiritualidad un tanto espiritualista, intuyo que desencarnada, un poco neocon. (Cuando disponga de más tiempo, me aclararé sobre esto.)


Javier Renobales:
El catecismo de Astete, “culpable” de formar la conciencia de millones de personas y de atormentar a otras tantas, afirma la siguiente monstruosidad sobre el castigo eterno, tratando de conciliarlo con la noción de un Dios de justicia y de amor: “El castigo ha de ser proporcionado a la culpa, y como el pecado mortal tiene una malicia infinita, debe aplicársele una pena de duración infinita ya que el hombre no es capaz de recibir una pena infinita en intensidad” (los subrayados son míos).

Quiero señalar con lo anterior que el Javier Renobales con el que más sintonizo es el que es capaz, al menos según mis entendederas me informan, de criticar valientemente barbaridades como la citada del catecismo de Astete. Y por el contrario, no está en sintonía con mi visión de la Iglesia católica cuando lanza afirmaciones del tipo “tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI son malas personas” (el primero lo fue, y el segundo lo sigue siendo). Creo que esto que afirmas, Javier, es muy gordo. Es un juicio muy gordo, acaso despiadado, no sé. Incluso lo es admitiendo el hecho (para algunos, mera posibilidad) de que tanto el papa polaco como el papa alemán fueron ñoños en la denuncia de la pederastia en la Iglesia católica; ñoños y hasta encubridores.

Si fueron de verdad encubridores (no es absolutamente cierto, científicamente, documentalmente, que lo fueran), malo malísimo. Encubridores de la pederastia en la Iglesia o no, lo indudable es que ambos son pecadores: el uno lo fue en su paso por el mundo, y el otro aún lo es porque vive. Pero creo que es tremendamente exagerado dictaminar rotundamente que ambos papas son malas personas. Sospecho además que es injusto; incluso lo es en el supuesto de afirmar que son “papas de la involución eclesial”. Involución eclesial que no termino de entender, pues creo que entre la teología de Ratzinger (supuesto representante de esa involución eclesial) y la teología de alguien como Carlo María Martini (que sería representante del ala izquierdista de la Iglesia), las diferencias sustanciales son leves; y en todo caso, ambas teologías se parecen entre sí inmensamente más de lo que se parecen tus ideas, Javier Renobales, a las posiciones teológicas y eclesiales de cualquiera de ambos citados.

Es lo que creo. Buen día.

miércoles, 13 de febrero de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XXIX)"


Virginia W:


Me parece bien su respuesta ( tu respuesta, pues aunque eres mayor que yo largo, aquí en Atrio la gente suele tutearse; no es como en el Vaticano, donde imperan el protocolo y la diplomacia):

Me parece bien tu respuesta. Mi comentario se convirtió en una exposición de mi pensamiento, cosa que suelo hacer en este portal, porque me creo que puedo con mis comentarios favorecer el diálogo (¿iluso?, ¿pretensioso?); mientras no me digan lo contrario, lo seguiré haciendo.

Coincido contigo en que el papa Benedicto XVI es un extraordinario intelectual: teólogo, pensador, hombre espiritual… Como no lo he leído en alemán, ignoro si además es un buen escritor. Solo que mi larga perorata iba más bien en la línea de querer hacer ver que las críticas a la Iglesia en general y al cristianismo en particular de Javier Renobales no son, a mi juicio, desestimables. No siempre las comparto yo mismo, he confesado esto mismo varias veces y siempre que haga falta, pero a mí al menos me sirven, me estimulan a la reflexión…

Salvando las distancias, tal vez sea algo similar a lo que se sostiene desde sectores críticos y lectores cristianos sobre la obra de F. Nietzsche: este, aunque ateo, estimula la depuración teórica y práctica del ethos cristiano. Hasta el extremo de que autores esencialmente influidos por el hecho cristiano como Miguel de Unamuno, José Bergamín y Emmanuel Mounier confesaron en su momento que tuvieron a ese filósofo a un bigote pegado que se llamó Nietzsche como “compañero de viaje” con el que dialogar críticamente.

Saludos.

" 'Ergo' pienso, mientras escucho 'Atom Heart Mother', de Pink Floyd"


Virginia W:

Me parece bien su respuesta ( tu respuesta, pues aunque eres mayor que yo largo, ya mujer retirada incluso de su labor profesional en la universidad, aquí en Atrio la gente suele tutearse; no es como en el Vaticano, donde imperan el protocolo y la diplomacia).
Así que conformes con que me parezca bien tu respuesta. Mi comentario se convirtió en una exposición de mi pensamiento, cosa que suelo hacer en Atrio, porque me creo que puede favorecer el diálogo (¿iluso?, ¿pretencioso que es uno?); mientras no me digan lo contrario, lo seguiré haciendo.
Coincido contigo en que el papa Benedicto XVI es un extraordinario intelectual: teólogo, pensador, hombre espiritual… Como no lo he leído en alemán, ignoro si además es un buen escritor. Pero hay quienes lo afirman. Y puesto que lo mismo afirman de Pablo VI, que era un muy fino escritor, amén de sabio teólogo, es de creer, máxime si uno además lo cree de otros autores como M. Lutero o F. Nietzsche: ambos fueron grandes estilistas de la lengua alemana, y yo, que no los he leído en alemán, "por fe" asiento tal afirmación. Solo que mi larga perorata iba más bien en la línea de querer hacer ver que las críticas a la Iglesia en general y al cristianismo en particular de Javier Renobales no son, a mi juicio, desestimables. No siempre las comparto yo mismo, he confesado esto mismo varias veces y siempre que haga falta, pero a mí al menos me sirven, me estimulan a la reflexión…
Salvando las distancias, tal vez sea algo similar a lo que se sostiene desde sectores críticos y lectores cristianos sobre la obra de F. Nietzsche: este, aunque ateo, estimula la depuración teórica y práctica del ethos cristiano. Hasta el extremo de que autores esencialmente influidos por el hecho cristiano como Miguel de Unamuno, José Bergamín y Emmanuel Mounier confesaron en su momento que tuvieron a ese filósofo a un bigote pegado que se llamó Nietzsche como “compañero de viaje” con el que dialogar críticamente.
Saludos.


Guinda: de mi libro Cantada por labios infantiles (Las Palmas de Gran Canaria, colección San Borondón, Museo Canario, 2003), puede convocar o suscitar un cierto gusto estético y a la vez algunos motivos para la reflexión, esta suerte de soneto cuyo título es el del primer verso:

Por tu cara verónica hay paisajes
que yo no tengo. De íntimas palmeras
que yo no tengo. Pero que quisiera,
tan necesariamente como se quiere el aire.

Por las alas y sombras de tu cuerpo
hechos a la medida de mis ojos,
duerme una luz sencilla que ni toco
ni tocaré. Jamás. Luz que recuerdo

no haber tocado, por más que quisieras
que lo hubiera hecho, deseoso como un gran loco.
Por tu cara verónica de íntimas palmeras

sonríe tu sonrisa... Y me disloco,
notando que tus dientes son las eras
del trigo de tu boca, que no es mío tampoco.

"Divagaciones en ceniza"








Al atardecer de la vida, me examinarán del amor...


San Juan de la Cruz




Virginia W.:


Aunque no te diriges a mí, me gustaría hacer algunos comentarios confío en que respetuosos, al calor o a la luz de este hilo en general y de tus comentarios en particular; y más en particular, en relación con tu controversia con Javier Renobales. Ni que decir que tienes derecho a discrepar de él, como él lo tiene a discrepar de tus ideas, de las mías, y a su vez yo de las de él… y de las de cualquiera. Esta es una verdad del tipo comúnmente llamado verdades de Perogrullo.


Veamos. Yo creo que el papa Benedicto XVI es una buena persona: esforzado en ser buen discípulo de Jesús de Nazaret, servidor de la Iglesia universal, excelente teólogo, hombre espiritual, referencia moral mundial. Pecador, como somos todas las personas, se ha equivocado, ha cometido pecados personales que han podido influir, por el alcance mismo de su ministerio petrino, en la vida de miles, de millones de personas. De ahí su gran responsabilidad ante Dios, porque según sean en abundancia los talentos que Dios da, será la exigencia del juicio de Dios para con esa persona (cfr. Mt 25, 14-30), por más que ciertamente de Dios esperamos, en la hora postrera de la vida, sobre todo misericordia entrañable.


Con todo, confieso que al menos a mí el papa Benedicto XVI siendo Jefe de Estado no me remite a Jesús de Nazaret (al menos a mí; creo que igual resulta para cientos de millones de personas más, repartidas por el mundo entero), sino todo lo contrario. La curia vaticana (en la que habrá sin duda católicos excelentes cuyas vidas o trayectorias no me compete juzgar a mí), con sus seculares intrigas de poder, corrupción, encubrimiento de negocios sucios, pederastia, nepotismo, etcétera, tampoco me remite a Jesús de Nazaret: al modus vivendi de este, al mensaje de amor, fraternidad, libertad, igualdad y solidaridad del rabí de Galilea.


Todo lo anterior, es decir, mis críticas o reservas a aspectos del funcionamiento de la Iglesia actual, las digo con miedo, con bastante miedo, porque siento que cada vez que las digo reaparece esa suerte de fantasma que me han introyectado durante muchos años: ”Hay que amar a la Iglesia, hay que respetar reverencialmente a los pastores de la Iglesia, el seglar debe obedecer a los pastores devotamente, el Papa es el representante de Cristo en la tierra, y por ello merece completa reverencia”…


Hasta tal extremo, insisto, de que, ya digo, me cuesta emitir públicamente opiniones que pueden ser estimadas como desafectas hacia los obispos, hacia el Papa. Por ejemplo: yo creo que Juan Pablo II, que será santo en breve siendo ya beato, no fue lo suficientemente caritativo y transparente en el asunto asqueroso de la pederastia perpetrada por cientos de eclesiásticos contra miles y miles de personas, muchas de las cuales han quedado con sus vidas afectadas o destrozadas para siempre. Lo creo completamente, de verdad. Y me cuesta decirlo, ya he confesado que porque siempre que lo digo reaparece esa suerte de temor a ofender a la autoridad eclesial que se me ha introyectado durante lustros de educación y catequesis católica.


Incluso teniendo en cuenta que a mí personalmente sí que me han jodido bien la vida algunos eclesiásticos católicos hipócritas, especialmente de mi diócesis de origen (confesiones que, en el colmo de la rabia y del hartazgo, no he dudado en hacer públicas en Atrio, aun a riesgo de aburrir al personal), me siento “como mal" al hacerlas, porque -repito por tercera vez-, reaparece ese temor, esa suerte de fantasma raro y culpabilizador. (A este respecto, en el sagaz manejo de los sentimientos de culpa muchos eclesiásticos son consumados maestros. Esos castrantes sentimientos de culpa en mi caso particular tienen que ver con una cierta visión de la sexualidad que aún persiste en mí, la cual se debe, repito -en esto también cuento con el asesoramiento de ciertos psicólogos con los que me he tratado en distintos momentos de mi vida- a ciertos énfasis dañinos de la educación católica recibida.)


Y es en todo este asunto donde entra el forista Javier Renobales. Con este he polemizado, casi desde de que empecé a aparecer por Atrio, hace algunos años, pero tengo la percepción de que, aunque discrepo de bastantes de sus opiniones, cada vez discrepo menos, entre otras razones por esta: porque reconozco que al menos Javier Renobales no tiene pelos en la lengua a la hora de criticar todo lo que en la Iglesia católica le parece abusivo, injusto, manipulador de las conciencias, opresivo, hipócrita, interesado…


Dicho más claramente: más de una vez me gustaría opinar como opina Javier sobre la Iglesia católica, sobre la manipulación que ese pensamiento mágico ha perpetrado contra la conciencia de cientos de millones de personas a lo largo de los siglos, etcétera, y sin embargo no me atrevo. Lo repito: no siempre coincido con Javier Renobales, a veces incluso discreparía abiertamente de sus tesis, pero en otras ocasiones considero que es muy valiente en lo que dice, y que se “moja”.


Virginia W. (disculpen de nuevo los foristas de Atrio por revelar cosas de mi vida, de mi intimidad): yo tengo una carrera universitaria completa otras dos carreras bastante avanzadas, experiencia como profesor en Secundaria, siete libros publicados, cientos de artículos publicados en prensa e Internet, experiencia en el trabajo con marginados (centros de menores, etcétera), hace 25 años que cultivo una espiritualidad de conversión o militante en fidelidad al Magisterio, renuncié en su momento a mi trabajo por idealista, ingenuo y jilipollas (al entrar al Seminario Diocesano de Canarias), y cuando he necesitado una ayuda, al haberme quedado sin un céntimo, sin trabajo, autoexcluido de las listas, los hipócritas eclesiásticos de mi diócesis de origen, como el levita y el sacerdote de la parábola del buen samaritano, viéndome apaleado en el margen del camino han pasado de mí; e incluso si pudieran, no dudo que me machacaran aún más. (Y mientras esto me han hecho a mí, ingenuo de mí, sí consienten que toda suerte de arribistas se arrimen a la Iglesia y se atrincheren en ella principalmente para así preservar sus intereses individuales, partidistas, de clan, profesionales, económicos.)


De modo que siendo absolutamente consciente de que esto que me ha pasado por culpa de ellos es tan verdad como un dogma de fe (y existencialmente, para mí es más verdad incluso si cabe, pues es mi sangrante verdad), ¿cómo no estimar las críticas que Javier Renobales (y Pepe Sala, Pepe Blanco, Ana Rodrigo y un largo etcétera de foristas de Atrio) lanza contra la Iglesia católica si yo mismo creo haber sufrido en mis carnes, en mi espíritu, en mi experiencia, la dañina hipocresía católica a la que tanto fustiga el abogado Renobales?


Ciertamente, vamos a suponer que yo no dude de la grandeza personal, moral, espiritual y hasta simpática de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI -pongamos, es un suponer-, pero sí que me gustaría poder seguir replicando con afirmaciones como la siguiente: la Iglesia que tú aún pastoreas, papa Benedicto, siervo de los siervos de Dios, a menudo es insoportablemente hipócrita e insoportablemente dañina. Y para esto, Virginia W., creo contar con el testimonio de personas como Javier Renobales, con cuyas opiniones, como ya he reconocido varias veces en este mismo comentario, no siempre coincido y, a veces incluso, discrepo abiertamente.


Saludos, buen día.




Postdata o guinda: para meditar, les dejo con este sonetillo, de mi libro Como árbol plantado junto al río (Publicaciones del Excelentísimo Ayuntamiento de Arucas, Gran Canaria, 2001).















                      
                     Identidad completa

      Por causa de tu causa me destrozo...

                   Pedro Casaldáliga

La causa de los pobres haga mía
sobre este verbo reivindicativo:
por los pobres me quiera subversivo...
¡Qué importa si soy frágil! Si me guía

el norte del gran Norte hacia el abismo

del ser y la esperanza: hacia la nada...
Por los pobres reduzca la alambrada
del silencio culpable: mi egoísmo...

Que por más que me asusto Tú a mi lado

me empujas hacia el Sur, la causa Tuya,
inmerecido yo y reorientado

el barco de mi vida a que confluya

con tu cauce feliz, Resucitado,
que mi causa se quiere causa Tuya...