miércoles, 24 de septiembre de 2014

"La sombra alargada del cardenal C. M. Martini"


P. Canali:


Completamente de acuerdo con usted. De hecho, del difunto cardenal Carlo María Martini he leído más obras que de ningún otro cardenal, incluso más que de J. Ratzinger siendo este cardenal, o por un estilo por lo que respecta a uno y otro. Eximios pensadores católicos ambos.

Más allá de su opinión sobre la homosexualidad y de algunas otras cosillas, yo me he alimentado y aún alimento de sus libros. Y hasta en ciertas ocasiones "defendí su honorabilidad" ante ataques ad hominen de personas que, acaso muy celosas de la ortodoxia católica (¿intransigentes?, todos podemos serlo, yo el primero), no le perdonaban sus "deslices" doctrinales, sobre todo en la recta final de su vida. Y juzgaban toda una vida dedicada a Cristo y a su Iglesia, y dedicada a la investigación escriturística a primerísimo nivel mundial, en función de esas opiniones heterodoxas. E incluso uno, recuerdo, en una de aquellas controversias manifestaba desear la condenación eterna del eximio cardenal italiano.

La altura intelectual del cardenal y jesuita Carlo Maria Martini me parece superior a la del también jesuita Papa Francisco, aunque a veces las apariencias engañan, solo que Dios, en su infinita providencia, ha dispuesto que Jorge Mario Bergoglio sea Papa Francisco, y que Carlo Maria Martini llegara casi a lo más alto en la Iglesia, que es ser cardenal, pero no papa; aunque, a decir verdad, lo más alto en la Iglesia es llegar a santo: "Al final de la vida solo hay una gran tristeza, la de no haber llegado a santo", palabras del gran escritor converso León Bloy. Pero sí, ciertamente en producción intelectual escrita y publicada entre un hermano y otro de religión, las diferencias parecen obvias entre la producción intelectual de su eminencia reverendísima el cardenal Martini y la del santo padre Francisco. Pero igual el papa Francisco es un magnífico lector, y le sigue encantado leer a Jorge Luis Borges, genial literato argentino que empero, por causa de sus ideas agnostizantes y cristianamente descreídas, a algún que otro católico muy tradicionalista le parece o pareciera autor blasfemo. Comoquiera que sea, lo que no me parece Jorge Mario Bergoglio es "un inepto o inútil ignorante al que el cargo de sucesor de Pedro le queda muy grande, muy ancho", como suelen decir de él ciertas voces católicas críticas.idem supra 

Por lo demás, o abundando en este mismo particular, como usted bien sabe, P. Canali, en una bitácora como esta al Santo Padre se le dan muchos palos, a menudo sin ningún respeto ni decoro y sí cayendo en el mal gusto y la injuria. Porque siguen extrañando muchísimo, sobre todo a los católicos tradicionalistas, algunas decisiones papales: la actuación de Francisco con los Franciscanos y las Franciscanas de la Inmaculada (para no pocas voces tradicionalistas, una despiadada y totalitaria y muy arbitraria persecución consentida por el Papa contra religiosos y religiosas que se caracterizan por su exquisita fidelidad a la Tradición), la remoción del también muy tradicionalista cardenal Leo Burke, actual prefecto de la Signatura Apostólica, la recientísima destitución de monseñor Rogelio Livieres, prelado paraguayo titular de la Diócesis de Ciudad del Este en aquel país sudamericano... Y a todo esto, el papa Francisco que sigue sin hacer la genuflexión pertinente en el momento de la consagración eucarística (para algunas voces críticas con su pontificado y hasta con su persona, procede así simplemente porque el papa Francisco no cree en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, la cual me parece una afirmación que es una pasada: cierto que Francisco es "populista y de gustos más plebeyos" que Benedicto XVI, y es extraño o ambiguo-equívoco en su sensibilidad litúrgica, pero afirmar algo así...), alegando para no hacerla problemas de ciática, reumatismo, lumbago, etcétera, que sin embargo no le impiden hacer "gracias" como la de hace un par de días: cazar al vuelo una pelota de béisbol, mientras iba caminando tan tranquilo, pelota que alguien le lanzó a su paso por no recuerdo dónde, a su paso acompañado de algunas autoridades civiles y eclesiales.

Pero P. Canali, el papa Francisco es el Papa, legítimamente elegido, canónicamente válida su elección. Podrá ser muy malo, malo, regular o hasta bueno como Vicario de Cristo, pero es el Papa, repito. Y yo lo acepto, con fidelidad crítica pero leal: cum Petro et sub Petro. Lo acepto no con el disgusto característico de los tradicionalistas, porque no soy tradicionalista, ni tampoco progresista, pero tampoco -espero, toquemos madera- con la inconsciente, infantiloide y acrítica euforia de quien sostiene, por ejemplo, que por el mero hecho de haber venido a ser papa el cardenal Bergoglio, ya se ha convertido en un hombre providencialmente maravilloso. Una idea tan estúpida, imbécil y peregrina no merece mayor detenimiento: no niego yo mismo que el ocupar la silla de Pedro conceda a su ocupante lo que se llama una gracia de estado, solo que en la Iglesia ha habido papas tan eximios como san Gregorio Magno, san Pío V, san Pío X, san Juan XXIII y san Juan Pablo II, y también papas que perpetraron toda clase de crímenes, conjuras y alevosías, traiciones y mundanismos, y hasta alguno hubo que murió a machetazo limpio en el lecho conyugal... de la mujer de otro hombre así cornudo y despechado.

Además, ese considerarse Jorge Mario Bergoglio más bien de izquierdas que de derechas, y más de la Teología del Pueblo que de la Teología de la Liberación, y por ende más de la Doctrina Social de la Iglesia que del marxismo o del peronismo, lo hago completamente mío, salvando todas las distancias entre Francisco Papa y yo, ni que decir. Y esto sí asimismo: tratando siempre de estar cerca de su corazón, de sus intenciones, que han de ser las de la Iglesia, lo cual me invita a huir de injuriarlo, insultarlo, denigrarlo, ofenderlo, vituperarlo, chotearlo, ridiculizarlo... En definitiva, tratando de no obrar como en algunos sitios católicos más o menos disidentes por el ala derecha eclesial en que he alcanzado a leer a católicos que lo llaman, al papa Francisco,  "alimaña, asqueroso payaso, culo gordo de marica de feria, cabrón, putón, maricón, maldito imbécil, lobo disfrazado con piel de cordero, desconocedor total de la vida del Espíritu, enemigo de la verdad de Cristo, demagogo peronista, rata y serpiente de Satanás, víbora inmunda y venenosa, follador...". Aunque a tal pim pam pun se apunten muchos católicos, no se me esconde esto, no pocos de los cuales serán hasta mejores personas que yo, igual, quién sabe, estos calificativos para referirse un fiel católico al sucesor de Pedro son inadmisibles, de puro injuriosos. Con todo, ¿tan rematadamente malo es el actual sucesor de Pedro que merezca unas descalificaciones como las que he reproducido, tan tremendamente injuriosas, y que no vienen a ser ni una décima parte de todas las que he ido recolectando vertidas contra el papa Francisco en algunos sitios integristas, sedevacantistas y otras hierbas por el estilo?

P. Canali, esta Iglesia está tan mundanizada, y a mí en lo particular tanto daño me ha hecho, creo, habiéndome despreciado, justamente a mí que soy militante converso a Cristo y a su Iglesia, en tanto sus pastores mantienen y consienten tantas irregularidades en el día a día de la Esposa de Cristo... Está tan endemoniada, P. Canali, que solo el misterio de la Cruz de Cristo, muy en primer lugar, y luego el testimonio de tantos buenos católicos de ayer, de hoy y de mañana, pueden librarlo a uno de la tentación de arrojar la toalla y de mandarlo todo a la gran puñeta.


26 de septiembre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

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