¿Es correcto enfocar el problema en Bergoglio?.
Porque fuera de los lectores de este blog, todos los católicos están muy contentos con Francisco. Es lo que esperaban. Ratzinger no les gustaba, no lo entendían. Ni siquiera apreciaban sus cosas progres -como la comunión a Roger de Taizé-, porque eran demasiado rebuscadas para el público masivo. La gran masa católica estaba esperando a Bergoglio, o a alguien así. Si no hubiera sido Bergoglio, hubiera sido otro. Menos grasa, menos populista, menos porteño, pero en el fondo lo mismo. La gran masa de católicos no tiene ganas de oponerse al matrimonio gay. De hecho no sabe por qué habría que oponerse a eso. La gran masa de católicos no entiende por qué demonios está prohibido fornicar, y el uso de esa palabra le resulta de pésimo gusto. La gran masa de católicos sabe que los anticonceptivos están para usarse, y que eso está bien, punto. La gran masa de católicos no sabe lo que es el pecado original, y no se quiere enterar, y ha convertido el bautismo en un hecho social desprovisto de cualquier otra significación. La gran masa de católicos ni siquiera sabe bien qué es el pecado. La gran masa de católicos está convencida de que el Infierno era un invento medieval para dominar las conciencias, y que hace rato ha sido derogado. Para la gran masa de católicos el mal es destruir el planeta, discriminar, y ser fundamentalista (que no saben qué es, pero sí que intuyen que debe ser algo horrible).
Con lo cual, no sé si el problema es Bergoglio. El problema me parece que es que la Iglesia Católica se ha convertido en otra cosa, y nosotros nos aferramos a los pocos signos que nos hacen creer que sigue siendo Católica (algunos obispos pasables, algunas liturgias dignas, algún sermón ortodoxo). Pero esos signos no dejan de ser especies en extinción toleradas en reservas ecológicas. La evidencia parece indicar que la Iglesia Católica ha dejado de ser Católica, para todos los fines prácticos. Con Bergoglio o sin él. Eso si, conserva la Sucesión Apostólica, y las promesas hechas a Pedro, y a eso habremos de aferrarnos.
Difícilmente en menos líneas se puede decir más y mejor. La radiografía del catolicismo actual que ofrece el forista Javier es certeramente nítida, nítidamente certera: el catolicismo de las masas es, en efecto, lo que dice el opinante argentino, compatriota del que ocupa actualmente la silla de Pedro. Es decir, Iglesia mundanizada, descatolizada.
O lo que es lo mismo: obispos que ejercen de burócratas, más que de episcopos (etimológicamente, el que supervisa). Mentalidad antinatalista incrustada en la conciencia de casi todos los católicos jóvenes o en edad fértil, incluidos, por supuesto, no pocos de los seglares que se ganan la vida en lo profesional gracias a la Iglesia católica (¿o no es así, monseñor Cases Andreu?, ¿en tu diócesis no es así?). Y esto lo saben los curas y los obispos, y según muestran sus hechos, más bien pasan. Pérdida del temor de Dios, en efecto, del temor a la posibilidad de la condenación eterna, tenida por un invento de los curas para atemorizar en pasados siglos oscuros al Pueblo ignorante a menudo analfabeto; o en el mejor de los casos, confianza buenista en Dios, que al final salvará a todos y a todas. Esto es, la conocida cita del gran teólogo Hans Urs von. Balthasar, mentor teológico de san Juan Juan Pablo II y de Benedicto XVI, alma máter de la revista Conmunio, desde un primer momento tenida por opuesta a Concilium, más escorada hacia el progresismo, no en balde la otra gran revista de investigación teológica: "Creo en el Infierno, mas confío en que esté vacío". La masa católica no sabe ni quién fue H. U. v. Balthasar; a decir verdad, no conocen ni que existió un tal Hans Urs von Balthasar ni muchos de los que viven en lo profesional de la Iglesia católica, y empero a mí no me has querido ni recibir, Cases Andreu, qué fuerte, ni recibir, en tanto a un excura gay lo has mantenido como docente de Religión católica en la escuela pública cursos y más cursos. De modo que ignorando muchos y muchas todo sobre alguien como el cardenal electo H. U. v. Balthasar, sí que coinciden muchos en un mismo deseo, ya digo que sin conocer ni de oídas al gran teólogo suizo: "Yo Fulanito de Tal o Menganita de Tal vivo como si Dios no existiera, paso de todas esas movidas y falacias, pero eso sí, al final Dios me salvará, porque yo ni robo ni mato..."
Y a mí no me has querido ni recibir, monseñor, a mí que soy militante ingenuo pero deseoso de ser fiel al Evangelio, la Tradición y el Magisterio. Qué fuerte: la Iglesia atestada de trepas, arribistas, mediocres políticamente correctos, antinatalistas, laicistas, medradores, tibios ("A los tibios vomitaré de mi boca", exclama el Señor), feministas proabortistas, mundanizantes... y a un servidor, monseñor, ni agua. Solo que ya a estas alturas no me sorprende casi nada: he aquí el quid de la cuestión o nudo gordiano: la gente ya no cree, se ha perdido la fe. La han perdido hasta no pocos eclesiásticos: la Apostasía generalizada, a saco en la propia Iglesia. Que más que luz del mundo, como proclama el Concilio (cfr. Lumen Gentium), en exceso aparece como ensombrecida, la Iglesia, por las tinieblas del mundo.El humo de Satanás según diagnóstico o vaticinio del próximo beato Pablo VI, el papa culminador del Concilio, metido a tope en la Iglesia.
Y entretanto el Demonio a lo suyo, que es engañar; engañar para llevar a la perdición: lo lleva en su entraña, es su razón de ser: si Dios desea la salvación de la humanidad entera, Satán justo desea lo contrario.
15 de septiembre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.
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