lunes, 10 de abril de 2017

¿El animalismo es un antihumanismo?




Anteayer sábado, víspera de Domingo de Ramos, moría Adrián Hinojosa, el niño valenciano que soñaba con ser torero. Con tan solo 8 años, por causa de un cáncer, un sarcoma de Ewing. Debido a su enorme afición al toreo -que no comparto, aunque tampoco soy antitaurino: que mantengan la llamada fiesta nacional española quienes así lo deseen: aficionados, profesionales, ganaderos…-, en octubre pasado de 2016 se organizó en su honor un festival en la plaza de toros de Valencia, en la que el niño encabezó el paseíllo, recibió el brindis de los participantes en el festejo y acabó saliendo a hombros de la plaza, como si el niñito, por fin torero, como soñaba, hubiese hecho la faena de su vida, orejas y rabo incluidos y vuelta al ruedo en honor de multitudes. Resultado de imagen de toros fiesta nacional


A raíz de aquella corrida benéfica cuya recaudación fue toda para la Fundación de Oncohematología Infantil, se desató una campaña agresiva en las redes sociales en la que, indeseables y canallas del ámbito animalista no solo se dedicaron a insultar al niño sino que hasta alguno llegó a desear su muerte, tal el caso de dos activistas de las movidas animalistas, de 21 y 33 años respectivamente, detenidos en Guipúzcua y Valencia. E incluso una tal Kelly Valencia Stepona, al parecer fanática animalista, acaba de publicar este tuíter: “Pues qué bueno que se murió ese futuro torturador y asesino de animales inocentes”; he tenido acceso a otros mensajes igual de viles, amorales y desalmados publicados en la red social Twitter, pero por decoro y por no hacerles publicidad que no se merecen prefiero omitirlos.Image result for fiesta toros



Con todo, la cosa sangrante y degradante es que tan pancha parece que se queda la susodicha animalista y tuitera, sin tomar conciencia de la bajeza moral que supone alegrarse de la muerte de un niño de 8 años porque este haya perpetrado el solo delito de soñar con ser torero. Mezquinos y depravados sentimientos que no es la primera vez que tienen asiento en el seno del animalismo patrio: la reciente muerte del torero español Víctor Barrio fue aplaudida por diversas hordas de animalistas que no dudaron en mostrar toda su bilis y todo su veneno antitaurino y, en tales ocasiones, sencillamente antihumano. Manifestando el estadio de ideas o doctrinas que manifiestan, lo que ponen de manifiesto es que para su ideología y activismo poco importa que el hombre (varón y hembra) sea la única criatura creada por Dios a su imagen y semejanza, dotada de lenguaje articulado, pensamiento racional, conciencia, experiencia de la libertad, sed de infinito y de Dios, alma inmortal y por ende vocación a la eternidad, que puede ser en la presencia de Dios o alejado para siempre de Él.    Resultado de imagen de toros fiesta nacional


De manera que yo -vuelvo a declarar que no soy taurino ni antitaurino, toda vez además que si por mí fuese la fiesta de los toros desaparecería, pues nunca voy a los toros, de hecho nunca he ido a presenciar una corrida de toros-, mejor me quedo con la postura del sacerdote y bloguero español Tomás de la Torre (sus bitácoras uno las encuentra en Infovaticana y en Religionenlibertad); según este veterano sacerdote, especialista en medios de comunicación, el mundo del toreo ha estado secularmente ligado a la experiencia religiosa, al sentimiento religioso católico, delicadamente mariano. Y tales certezas suyas las desarrolla en un ensayo de fácil acceso en Internet titulado precisamente La espiritualidad en el mundo del toreo. Resultado de imagen de toros fiesta nacional


Por lo demás o desde luego, hay que ser más inhumano y más puerco que los mismísimos cochinos (cerdos, puercos, gorrinos, chanchos...) para desear lo que llega a desear la Kelly Valencia Stepona esta, qué barbaridad. “Como el toro he nacido para el luto y el dolor” escribe el doblemente celebrado Miguel Hernández (esencialmente celebrado por varias generaciones de aficionados a las letras por su excelencia como poeta, concretamente celebrado en este 2017 por cumplirse el 75 aniversario de su trágica muerte acaecida en una cárcel en el año 1942 en plena España de postguerra) en un genial soneto incluido en su El rayo que no cesa, sin duda uno de los títulos capitales de la poesía española del siglo XX. Cita de ese soneto del genial poeta de Orihuela que traigo a esta reflexión para significar la secular presencia de la fiesta de los toros en la cultura hispana: literatura, cine, pintura, música... Resultado de imagen de toros fiesta nacional


Abundando en estas particularidades literarias, sabido es que el poeta Juan Ramón Jiménez afirmaba que uno de los acontecimientos propios de la condición humana que lo habían llevado a irse apartando del Dios de la tradición judeocristiana de su infancia y primera juventud -todo ello en un proceso que le fue llevando a una suerte de creencia en la deidad de inequívoco y muy singular sello inmanentista y panteísta, de lo cual da cumplida muestra su poesía, sobre toda la correspondiente a su etapa de poesía más pura, hacia el final de la vida creativa y existencial del genial poeta-, no era otro que el azote de la enfermedad y la muerte de los niños. ¿Por qué el Dios todopoderoso y todo bondad permite la muerte de los niños?, se preguntaba el Premio Nobel nacido en Moguer, provincia de Huelva. 


De manera que prolongando la perplejidad juanramoniana y trayéndola a nuestros días, me pregunto yo que cómo es posible que por mucho amor que se les tenga a los animales, jóvenes animalistas haya que han deseado públicamente la muerte del pequeño Adrián Hinojosa. Claro que a los animales hay que tratarlos con el debido respeto que merecen por ser criaturas de Dios, y es legítimo experimentar por ellos un gran cariño y desde luego asombrarnos con los perros por ejemplo con eso tan conocido de "solo les falta hablar" a estos animales que tan impagables servicios prestan al hombre, pero considero que hay una frontera que no se debe traspasar: hay formas del amor y del cariño que son exclusivas de las personas; mejor, que solo han de profesarse las personas entre sí, recíprocamente, toda vez que la especie humana tiene el privilegio de haber sido creada por Dios a su imagen y semejanza. Y ciertamente, traspasar esa frontera luego de haber dado carpetazo a Dios supone el muy probable riesgo de acabar idolatrando a los animales: muerto Dios, idolatramos a las criaturas.


En definitiva, ¿es que desconocen los animalistas este pensamiento de santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico: "La salvación de solo un alma vale más en el plan de Dios que la preservación de la Creación entera"? Me temo que sí lo desconocen absolutamente, y lo conculcaran además, con todo lo que ello implica de negación de la obra creadora de Dios -que hizo al hombre, varón y hembra, a su imagen y semejanza: cfr. Gén. 1, 26-31-, pues si hasta en los estudios teológicos modernos en la generalidad de las facultades teológicas el llamado Doctor Angélico suele ser arrumbado, qué concepto podrán tener de santo Tomás los ideólogos del animalismo, ¿tendrán acaso alguna opinión?     


Mas ahora Adrián Hinojosa, el niño que soñó con ser torero, en la vida misma y más allá de toda consideración literaria, artística y en general cultural, ha “renacido” no para el luto y el dolor que dice Miguel Hernández sino para la vida eterna, ni que recordar que en medio del inevitable dolor que su muerte está causando a familiares y resto de íntimos. Y desde el Cielo seguro que pedirá por la conversión de esa insensata e inhumana Kelly Valencia Stepona, que ha llegado a alegrarse de su muerte. 


Y es que, a todo esto, ¿conocerá la tal Kelly Valencia Stepona la palabra de Dios contenida en Génesis 1, 26-31: "Dijo Dios: 'Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que mande a los peces del mar y a las aves del cielo, a las bestias, a las fieras salvajes y a los reptiles que se arrastran por el suelo.' Y creó Dios al hombre a su imagen y semejanza. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó. Dios los bendijo, diciéndoles: 'Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Manden a los peces del mar, a las aves del cielo y a cuanto animal viva en la tierra.' Dijo Dios: 'Yo les entrego, para que ustedes se alimenten, toda clase de hierbas, de semilla y toda clase de árboles frutales. A los animales salvajes, a las aves de los cielos y a cuanto ser viviente se mueve en la tierra, les doy para que coman pasto verde.' Y así fue. Vio Dios que todo cuanto había hecho era muy bueno. Y atardeció y amaneció el día Sexto." 


10 de abril, Lunes Santo, 2017. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

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