jueves, 26 de octubre de 2017

"Algunos restos del naufragio"
 
 
 
 

Nota: el marco de esta reflexión es un artículo publicado en la bitácora católica Como Vara de Almendro. El escrito de marras es una advertencia, una más, sobre un supuesto plan ecumenista y radicalmente protestantizante de la Eucaristía que estaría impulsando el papa Francisco y que tendría como fecha de culminación u oficialización el inminente 31 de octubre. Dicho con otras palabras: vertebrar una celebración litúrgica que uniese en comunión, en común unión sacramental, en la misma mesa común y compartida, en torno al altar, a católicos y protestantes.
 


A decir verdad, Internet es un clamor de bitácoras y de humildes y muy personales sitios que justamente claman contra el que, sin ningún rubor, llaman ya calamitoso pontificado de Jorge Mario Bergoglio, devenido en papa Francisco allá por los albores de la primavera de 2013. De manera que si en la muy grave hora eclesial presente los pastores callan, por miedo, por traición cobarde, por carrerismo, por prudencia o por lo que sea, cada vez hay más seglares que no callan sino que, dando un paso al frente, denuncian con diversa lucidez y diversa profesía el rumbo errático de una Iglesia que sigue haciendo aguas por todas partes, como señaló en su momento el hoy emérito Benedicto XVI, amenazada ciertamente por el vendaval de la heterodoxia, la laxitud moral de muchos de sus hijos e hijas; en definitiva, atenazada y despellejada viva por la Gran Apostasía.
 
 

Pero es que es más: para un vaticanólogo de tanto predicamento como el italiano Marco Tosatti  (distinguida firma invitada de esta Como Vara de Almendro), el que yo que estas líneas escribo me limito a denominar, por falta de información suficiente, como supuesto plan para la creación de una suerte de misa ecuménica válida para católicos y protestantes, de supuesto nada: Tosatti da nombres al frente de esa comisión de "expertos" bajo la supervisión directa del propio Francisco. Comisión de expertos que estaría trabajando actualmente en la gestación de una suerte de liturgia ecuménica y eucarística, con la salvedad o singularidad de que carecería de una anáfora válida y, en consecuencia, no acontecería en verdad el misterio de la transubstanciación en esa liturgia ecuménica; por ende, más escorada hacia el memorial de la Última Cena protestante que hacia la tradicional noción católica de que la Santa Misa es el sacrificio incruento de Cristo. 
 
 

Sea como sea o lo que ulteriormente viniere a ser este asunto, lo innegable son las simpatías del papa Bergoglio por la figura del "grotesco heresiarca" Martin Lutero. (La expresión entrecomillada la tomo del también argentino Dr. Antonio Caponnetto, uno de los principales intelectuales católicos críticos con el pontificado de Jorge Mario Bergoglio, ya desde los tiempos en que este era arzobispo de Buenos Aires en Argentina; también Antonio Caponnetto, que fulge como poeta, historiador, profesor y apologeta católico, se muestra -cfr. sus artículos "Familia cristiana o Amoris Laetitia" "Breves reflexiones sobre Misericordia et Misera": Adelante la Fe, 5/10/ 2017 y 30/11/2016, respectivamente- como implacable crítico de la trayectoria ideológica del filósofo español Carlos Díaz, a quien Caponnetto considera un farsante de tomo y lomo, un sincretista sin remedio, un  mero fraseólogo -escritodorzuelo lo denomina-, un bergogliano desvergonzado, un gurú de sí mismo y por ende ególatra descomunal, una suerte de superpalmero del propio Francisco o tal vez, quién sabe, sea Bergoglio quien plagie al español -y eso que Caponnetto no conoce al polígrafo conquense...-).Image result for antonio caponnetto


De las simpatías bergoglianas por el grotesco heresiarca dan cumplida noticia tantas bitácoras de Internet que no es necesario detenerse sobre este particular. Si Francisco ha llegado a decir del exfraile agustino alemán (sin el menor asomo de duda, el padre de la Reforma llegó a ser por derecho propio uno de los decidores de la mayor cantidad de insultos, vulgaridades, obscenidades, falsedades, injurias e improperios contra la Iglesia y el Papado que ha conocido la historia toda de la Cristiandad) que fue "un auténtico testigo de la fe crística", vamos, un enamorado de Cristo, toda vez que su intención de reforma eclesial fue legítima y justidicada, por qué dudar de lo que asegura el muy documentado vaticanólogo Marco Tosatti: en la agenda de demolición eclesial de Francisco está precisamente lo más sagrado de la fe de la Iglesia: atentar contra la Sagrada Eucaristía, protestantizando la Iglesia en una espiral como sin retorno. Agende de demolición eclesial que sigue las directrices o el programa trazado por la llamada "mafia de San Gallo": un selecto grupo de cardenales y obispos de la talla del también jesuita Carlo Maria Martini, G. Danneels, Murphy O'Connor, Silvestrini, Walter Kasper, Karl Lehman, y algunos más, que al parecer habría hecho cabildeo a favor de la candidatura de Jorge Mario Bergoglio a la Cátedra de Pedro, cosa totalmente prohibida en el Código de Derecho Canónico de la Iglesia y que por sí sola deslegitimaría (en verdad, estaríamos hablando de una excomunión automática o fulminante tipificada como latae sententiae) la elección a la Silla de Pedro del argentino Jorge Mario Bergoglio. Todo lo cual es reconocido por el casi nonagenario cardenal belga G. Danneels, que aún vive, en una reciente biografía suya autorizada.
 
 
 
Y seguidamente mi comentario como forista en Como vara de almendro:
 
             
 
 
 
Hasta qué extremo llega la irreverencia hacia la Eucaristía o Santa Misa (adrede con mayúsculas ambas), es un hecho cada día más constatable en nuestras parroquias, y lo intentaré ilustrar con un testimonio personal, o sea, verídico.
 
 

La pequeña iglesia a la que a veces acudo los domingos a misa, ha habido ocasiones en que no ha congregado ni a 30 personas; en su mayoría, mujeres ya mayores, algunas muy viejas, algunos pocos hombres ya maduros o hasta igualmente viejos, y algún que otro joven que siempre se cuenta con los dedos de una mano y sobran dedos. No obstante, hace un par de domingos me sorprendió que poco antes de iniciarse la celebración  eucarística, riadas de jóvenes, casi todos eran jóvenes, fueran acercándose al templo. Yo, que no soy tonto del todo, al “olerme” el pastel entré antes de que por fin se decidieran a entrar todos los que se iban arremolinando a las puertas del templo, y me situé al fondo de la iglesia, en un lateral. Y acto seguido, ¡zas!, esto es, enseguida se dieron a entrar; acabaron llenando el templo.
 
 

Pues bien: ni uno de los que entraron, literalmente ni uno (al ser pequeña la iglesia, no es tan difícil echar un vistazo a prácticamente todos los fieles que la puedan ocasionalmente llenar) entró manifestando el más mínimo decoro, respeto, sensibilidad religiosa o litúrgica. Nada, absolutamente nada, irreverencia total. Algunos incluso entraron de forma tan irreverente o irrespetuosa que a mí se me ocurrió pensar en el acto que de forma tan indecorosa no se les ocurriría entrar a una discoteca, a cualquier sala de fiesta, pongamos. Recuerdo, así por ejemplo, a un muchacho joven que entró, ya comenzada la celebración, mascando chicle y gritando el nombre de no sé quién que debía estar en el templo. ¡Gritando, a grito pelado! Dios sabe que no exagero.
 
 

Mujeres con trajes descubiertos por  la espalda que mostraban que iban casi que con los pechos al aire, o sea, sin sujetador; la expresión es fuerte, me acusarán algunos de machista, pero la dejo escrita, lo escrito escrito está, para poner de relieve que si la insinuación y mostración de los senos de una mujer tiene pleno sentido en determinados contextos, en un templo católico... Yo calculo que por lo menos el 90 por ciento, si no más, estuvieron durante toda la Santa Misa dándole a la sin hueso y, por supuesto, sin hacer ningún tipo de rúbrica reverente. Nada de nada.
 
 

Estaban allí congregados porque se celebraban dos bautizos; la madre de uno de los bautizados, también ataviada con un muy fresquito traje totalmente descubierto por la espalda: su portadora, ergo también sin sujetador.
 
 

Todo lo que vieron mis ojos y escucharon mis oídos, que ver tiene con la ignorancia, sin duda, sobre todo tiene que ver con la aplastante y contagiosa apostasía que hoy día estamos viviendo en la sociedad y en la Iglesia. Y que nos está llevando a un derrumbe moral sin precedentes. La crisis de valores es brutal: el procés catalán es fruto podrido de la Gran Apostasía; la malcriadez y la indisciplina en las aulas de Secundaria, no solo es futro de la inmadurez propia de la adolescencia, es fruto de la espantosa crisis de valores que nos enferma y asola: fruto del alejamiento de Dios; el desvergonzado espectáculo que dieron en la pequeña iglesia de mi pueblo docenas y docenas de invitados a, sin duda, un mero acto social en forma de bautizos, lo mismo; la indiferencia y el materialismo actual que nos conducen al salvaje “sálvese el que pueda”, también. Y así podríamos citar con dolor, pero ojalá que también sin perder la esperanza, docenas y docenas de realidades actuales de desfondamiento moral y demolición eclesial.
 
 

Image result for marco   tosattiNo obstante, ¿hace falta reconocer que pese a todo lo que está cayendo, ahora más que nunca es tiempo de creer en Dios, es tiempo de esperanza en Cristo que salva?
 
 
 
26 de octubre, 2017. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

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