lunes, 23 de abril de 2018

"Pasen y vean, miren cómo se aman"
 
 
 

Integristas hay dizque católicos muy activos en ciertas bitácoras de Internet (principalmente de tendencia sedevacantista) que consideran que Benedicto XVI -al que algunos de estos despectivamente rebautizan como Joseph Ratzinger Tauber, para echarle en cara una supuesta o real ascendencia judía, por Tauber, pues sabido es que cierto fanatismo integrista dizque católico es antisemita a tope y así, sigue acusando a los judíos de pueblo deicida por culpables de la crucifixión de Cristo hace 2.000 años, o sea, 2.000 años después - es un antipapa y hereje.



También califican de antipapa hereje a Juan Pablo II, y se permiten afirmar que la santa Madre Teresa de Calcuta, "monja diabólica" para estos integristas dizque católicos, está en el infierno en compañía del hereje y antipapa Karol Woytila y del hereje Mahatma Gandhi y el no menos hereje Rabindranah Tagore, impíos hindúes seguidores ambos de falsas religiones inventadas por Satanás. Y en compañía de todos los antipapas y herejes del Vaticano II (J. Danielou, I. Congar, Karl Rahner, Hans Urs von Balthasar, D. M. Chenu, Henry De Lubac, el cardenal Augustin Bea y resto de artífices intelectuales del Concilio, todos los peritos conciliares, ¡a las calderas del infierno!),  y por supuesto en compañía de la inmensa mayoría de los católicos conciliares -así nos llaman por lo común ciertos integristas dizque católicos a los hijos e hijas de la Iglesia que aceptamos el Concilio Vaticano II- y la práctica totalidad de los cristianos ortodoxos, protestantes y anglicanos, y la casi totalidad de los fieles de otras religiones, ateos, agnósticos y demás librepensadores y ni que decir que las personas sin definición ideológica precisa; religiones no cristianas a las que invariablemente ciertos integristas dizque católicos (tampoco afirmo que todos, lefebvristas o sedevacantistas) denominan, como ya hemos adelantado, religiones inventadas por Satanás, y en las cuales por lo tanto no aprecian ningún valor o aspecto positivo. ¡Y ni se te ocurra hablar de semillas del Verbo, expresión tan cara a la teología del Vaticano II y ciertamente presente en los escritos de algunos Padres de la Iglesia, al igual que aparece en los Padres el dato de la libertad religiosa que luego sancionará el Concilio, mas ni con estas, toda vez que el Vaticano II es el Conciliábulo de Satanás y todos los que lo siguen se hacen uno con el Príncipe de las tinieblas!    Resultado de imagen de sedevacantistas                                                .


Es más: como para ciertos extremistas ultraintegristas que conforman las filas del sedevacantismo, también la inmensa mayoría de los lefebvristas, al estar conformada por herejes, según el implacable dictamen de los sedevacantistas, han ido a parar, tras la inevitable visita de la hermana muerte, a la condenación eterna. Y así incluso se permiten declararlo de un ciudadano argentino, seglar que se hiciera bien conocido o celebrado en los círculos tradicionalistas lefebvristas, y fallecido hace algunos años en accidente automovilístico: en algunos sitios de Internet extremadamente sedevacantistas asoman voces que  llegan a pontificar que casi es completamente seguro que el tal seglar argentino se fuera de cabeza al infierno. Porque es que lefebvristas y sedevacantistas -ojo, tampoco afirmo que así sea en todos- a menudo manifiestan que se odian (en diversos sitios de Internet): se acusan de herejes mutuamente, implacablemente, cada uno de ellos considerándose -a mi juicio desde la soberbia  y el rigorismo integrista más extremo- mejor católico que el otro contrincante, lanzando para ello constantes anatemas, más papistas que el Papa, arrogándose una autoridad apostólica de la que carecen. ¡A la caza del hereje, sin contemplaciones!, como si proclamaran esto mismo.
 
 

Entonces, así las cosas, si en general sedevacantistas y lefebvristas -tampoco afirmo que todos, ojo y ojo- se consideran a sí mismos como los últimos garantes de la integridad doctrinal católica y resulta que entre ellos se disparan a hacerse daño, a despellejarse vivos, ¿cómo me verían a mismo, por ejemplo, católico mediocre siempre necesitado de conversión, de toda clase de mejoras personales, que encima acepta el Vaticano II? ¡Católico conciliar me dirían, católico de la neo-Iglesia protestantizada me dirían! ¿Cómo ven de hecho a herejes como el pastor bautista negro Martín Luther King o el teólogo protestante alemán Dietrich Bonhoefer (ambos asesinados a la temprana edad de 39 años, sin duda confesantes de la fe en Cristo y por esto en gran medida los mataron), miembro este de llamada Iglesia confesante, tan perseguida que fuera por el régimen genocida nazi? Algunos, en un gesto de soberbia descomunal y por supuesto que desde el anonimato, se permiten calificar de "meramente esotérico" a un filósofo, teólogo, poeta y escritor de la talla del ruso Vladimir Soliviev, pongamos, y denominar con sistemático desprecio como "herejes y cismáticos" a los hermanos cristianos ortodoxos, hijos e hijas que son estos de una Iglesia de tan rica tradición litúrgica, teológica, mística y espiritual, o dudar de la sinceridad de la conversión del judío francés Jean-Marie Lustiger: nacido de padres judíos polacos con el muy bíblico nombre de Aarón (París, 1926), en plena adolescencia se encuentra con Cristo, se convierte, su madre muere en las cámaras de gas de Auschwitz, llega a cardenal de la Iglesia... ¡A este paso no me extrañara que acabaran dudando de la sinceridad de la conversión de la también judía Edith Stein (filósofa, discípula de E. Husserl, etcétera) en santa Teresa Benedicta de la Cruz, víctima también de los campos de exterminio nazis, toda vez además que fue canonizada por el "hereje y antipapa" Juan Pablo II! 
 
 

Por cierto: en los movimientos sociales en los que sobre todo hasta hace algunos años tuve cierta presencia, y en los movimientos eclesiales otro tanto de lo mismo, yo mismamente en persona nunca tuve la suerte de encontrarme con un especimen de integrista católico del género lefebvrista o sedevacantista simpatizante  de tales tendencias tan rigoristamente extremas, y por ende empeñado en dividir el mundo en dos bandos: el bando nuestro, el de los únicos católicos de verdad, favoritos del Señor y ya casi que salvados, y el bando de los otros: católicos seguidores del Conciliábulo de Satanás, cristianos ortodoxos, anglicanos y protestantes, judíos, musulmanes, hinduistas, budistas, politeístas, ateos, agnósticos, librepensadores... Una lástima.



Postdata: la crisis actual de la Iglesia es una evidencia tan obvia, tan innegable, que quien la niegue me parece que... no sabe de la misa la media; vamos, que no se entera, por ignorancia culpable cuya culpabilidad no me es dado juzgar a mí. Y ciertamente, los católicos tradicionalistas son audaces y tal vez certeros en denunciar el derrumbe actual de la Iglesia. Ellos todos a una achacan tal derrumbe al Concilio Vaticano II con su reforma litúrgica, su aceptación solapada de ciertas tendencias modernistas y de la nouvelle teologie, su defensa de la libertad religiosa y el ecumenismo, su apuesta por la colegialidad episcopal, su apertura al mundo con todo el aparataje de sistemas democráticos y el consiguiente dar la espalda al Estado confesional católico (secular alianza entre el trono y el altar, que es la forma política del integrismo católico).


Que se lo pregunten, si no, al general Francisco Franco. A seis meses de la canonización del papa Montini este próximo octubre del corriente 2018, no descubro la pólvora aquí y ahora si refrescamos la memoria recordando la desafección que siempre mostró Pablo VI hacia el régimen de Franco, por más que al parecer tras leer el testamento vital del caudillo el Papa de la Humanae Vitae exclamó: "Verdaderamente, Francisco Franco fue un gobernador católico que hizo mucho bien a España y a la Iglesia. Reconozco mi error en la valoración que de siempre he tenido de él". En la década anterior, tras la elección a la Cátedra de Pedro del muy demócrata, progresista y maritaniano cardenal Montini (influido por el humanismo cristiano del filósofo personalista y neotomista francés Jacques Maritain, hombre de convicciones democráticas y no nacionalcatólicas, por ende crítico contumaz del franquismo, esto es, un hereje según el dictamen de cierto integrismo católico, ya conocemos que no afirmo que de todo el mismo, al igual que Emmanuel Mounier y resto de filósofos personalistas comunitarios -católicos, protestantes, judíos, agnósticos...-a los que yo mismo sigo siendo tan afecto), se dice que un colaborar del régimen le dijo a Franco: "Excelencia, se han cumplido las peores expectativas posibles para nuestra patria, toda vez que el cardenal Montini es ahora Pablo VI". Y también se dice que respondió Francisco Franco: "A partir de ahora, ya no existe el cardenal Montini, existe Pablo VI, y yo como católico y caudillo de España declaro mi adhesión y obediencia al nuevo vicario de Cristo".


Franco fue un gobernador católico, es decir, que entre el aplauso a su régimen, a lo que hizo por la Iglesia y por España, y el guiño cómplice a los comunistas, progres, feministas, laicistas, falsos socialistas -que cobran por no serlo, en tanto los verdaderos socialistas pagaban por serlo, en la época de Julián Besteiro, Bruno Alonso y otros socialistas de pro-, homosexualistas y demás familia de enemigos de Cristo y de su Iglesia, para mí no hay color. Y eso que ni fui ni soy franquista ni falangista ni tradicionalista lefebvrista o sedevacantista ni neocón, pero no hay color: a pesar de la miserable y tóxica campaña progre marxistoide de echar todas las culpas al franquismo para así desviar la atención sobre los crímenes del comunismo (la ideología más perversa en la historia de la humanidad: 120.000.000 de muertos en menos de 100 años de ejercicio del poder desde la URSS hasta China, desde la antigua Yugoeslavia hasta Cuba, desde...), hoy creo haber aprehendido que pese a todas las imperfecciones, abusos, crímenes, injusticias y lugares oscuros del franquismo, Franco fue un gobernador católico. Frente a tanto político de izquierda, de centro o de derecha asquerosamente corrupto y pringado por el afán de llenarse los bolsillos chupando de la teta del Estado democrático, no puedo experimentar sino repulsa. Frente a una mayoría de gerifaltes socialistas, ni que recordar que laicistas y masones para más inri, y la consideración que me merece el franquismo...


Con todo, me siento demócrata (democracia burguesa, liberal, representativa, parlamentaria, de todas estas maneras llamada): entre Francisco Franco y Alcide De Gásperi o Robert Schuman (políticos europeos de la Democracia Cristiana, padres de Europa ambos y actualmente en proceso de beatificación, al igual que el también democratacristiano  Giorgio La Pira), mi elección está clara, por más que no se me esconde tampoco el hecho de que la Democracia Cristiana en Italia acabara salpicada de casos de corrupción espantosos: como que ningún partido político agota el Evangelio, ¡ni tampoco lo agotan los Estados confesionales (alianza entre el trono y el altar) reivindicados por el integrismo católico!




Hijo de la Iglesia que me reivindico, acepto todos los concilios, todo lo que sé de los mismos, pecador y limitadísimo que soy; también, por tanto, acepto la doctrina del último de ellos, el Concilio Vaticano II, cum Petro et sub Petro, con una única condición: que el sucesor de Pedro confirme a los católicos en la fe de la Iglesia, particular que con el papa Francisco, desde luego, ay, madre mía... Ciertamente, el postconcilio ha traído a la Iglesia muchos males, mas yo mismo no termino de comprender y así aceptar que todos esos males tengan como causa el Concilio, esto es, que este haya sido causa propter (a causa de); el llamado espíritu del Concilio, que es la bandera de la progresía paraeclesial (los Tamayo, Forcano y compañía), sí es causante directo de muchos males que hoy día padece la Iglesia; por ende, el tal espíritu del Concilio niega de hecho casi siempre la letra de sus documentos, y cuando algunos de estos progresaurios ni cortos ni perezosos o con más cara que espalda afirman que intérpretes autorizados del Vaticano Segundo como san Juan Pablo II o como Benedicto XVI son conculcadores del Vaticano II (que si restauracionistas, que si conculcadores, etcétera, vamos, la típica y tópica cantinela de los progresaurios, sus mantras de siempre para no variar, más falsos que un duro de cuatro pesetas), simplemente mienten, manipulan, tergiversan, demuelen, a sabiendas o sin saberlo, con intención que no juzgo.



En definitiva, Concilio sí, incluso aceptando que sobre el mismo la Iglesia a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe o la Pontificia Comisión Bíblica publique una especie de Syllabus explicativo de los puntos más ambiguos y oscuros de tan excepcional acontecimiento eclesial; progresuarios conculcadores y demoledores del Concilio, no.



De manera que así las cosas y siendo las que son mis fidelidades, una palabra sobre el beato Pablo VI, santo a partir de este próximo octubre. Conozco esta perplejidad principalmente emitida desde sectores católicos tradicionalistas: la canonización ya de tres Papas del Concilio lo que pretende es canonizar el Vaticano II (ya hemos dicho que Conciliábulo de Satanás para los más extremistas o integristas), cuando resulta que la Iglesia está ahora peor que nunca, atenazada y desollada viva por la más desoladora apostasía de la fe que quepa imaginar y sufrir. ¡La fábrica de hacer santos puesta en funcionamiento por el antipapa y hereje Juan Pablo II, cuando lo cierto es que la Iglesia siempre se mostró muy cautelosa a la hora de canonizar a un fiel! Cierto que el propio Pablo VI dijo en una alocución (¿o fue en una homilía?) en 1972 aquello de "el humo de Satanás ha penetrado en la Iglesia", pero desde sectores tradicionalistas se le acusa de haber propiciado él mismo como Papa la penetración de ese luciferino humo y de haber sido en todo caso un antipapa, hereje, masón, gay, hombre de vida poco ejemplar y por ende nada santa, demoledor de la Iglesia con el Novus Ordo Missae que él decididamente impulsó...


Cuestiones disputadas demasiado complejas de dilucidar para una mente limitada como la mía, de manera que me quedo con su Humanae Vitae, que justamente este 2018 cumple también 50 años de publicada. La encíclica que, prolongando la doctrina tradicional de la Iglesia también proclamada por Pío XI en Casti Connubii y por Juan Pablo II (en Evangelium Vitae, Fides et Ratio y Veritatis Splendor, y en general en todo su pontificado de gran impulsor del evangelio de la vida y la familia) y por Benedicto XVI, hoy por hoy es puesta en solfa o en entredicho por el papa Bergoglio -quien empero va a canonizar a su "admirado" Pablo VI, manda peras a la plaza-, prohíbe la anticoncepción y que, si consideramos la bajísima natalidad que impera en España, en Europa, en todo Occidente, muy pocos se toman en serio.


¡Ni los que viven en lo profesional de la Iglesia católica (docencia, sanidad, asuntos sociales...) se la toman en serio! ¡Ni algunos que van de grandes teólogos y que no son más que mindundis, trepas eclesiales, demagogos, farsantes; ergo, apóstatas! Este hecho incuestionable, tradicionalistas que por el mundo vais (filolefebvristas, lefebvristas y sedevacantistas), sí que es un asco, una vergüenza, una ignominia que precisamente pone de manifiesto lo poco católica que se ha vuelto la Iglesia católica, lo mundana que se ha vuelto, lo sosa, lo insípida, lo mediocre, lo tibia. Y claro, el mismísimo Dios exclama y nos advierte: "A los tibios vomito de mi boca", toda vez que "muchos últimos serán primeros y muchos primeros serán últimos".


Entonces así las cosas, en este comienzo del final de los tiempos en que estamos (tiempos duros, difíciles, apocalípticos, de apostasía profetizada), solo nos queda, desde nuestra debilidad y con temor y temblor, confiar en las promesas de Cristo, el único salvador de la humanidad, con que sentir compasión del mundo, tan extraviado, tan alienado, tan vacío de Dios. 
 
 
 
23 de abril, 2018. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.                                                            

martes, 17 de abril de 2018

"¡Sí a la caza!"
 
 
 
 
La ideología animalista (subproducto del marxismo cultural: proyecto de ingeniería social auspiciado por el Nuevo Orden Mundial) es una aparente ingenuidad bienintencionada pero en verdad o en el fondo, no poco peligrosa, porque encierra un discurso que se exhibe, en cuán larga es su estupidez y su falta de argumentos, como totalitario.


A decir verdad, si la especie humana no hubiese comenzado a cazar, en la noche de los tiempos (de su proceso de hominización, se entiende), hace varios millones de años, al poco de bajar de los árboles y recién iniciado su proceso de bipedestación, simple y llanamente hoy por hoy no existiríamos como especie: nos habríamos extinguido, nuestra masa encefálica no se habría desarrollado como de hecho se desarrolló gracias a la ingesta de carne y... Y si ya en épocas del llamado Neolítico el hombre no hubiese comenzado a domesticar algunas especies animales para alimento(carne, pescado, leche, miel, huevos, pieles, huesos...), cabalgadura y carga, etcétera, simple y llanamente no existiría la civilización tal y como la hoy en día conocemos: estaríamos aún casi que subidos a los árboles alimentándonos de frutas, bayas y raíces.


Pero es más: si casi que no hay duda de que en la actualidad nos encontramos en el inicio del final de los tiempos, toda vez que la gran apostasía de la que habla san Pablo está a punto de producirse, si no es que ya ha explosionado, y que ya están en marcha los acontecimientos escatológicos de los que hablan san Juan, los apóstoles y los profetas, ¿qué sentido tiene la lucha animalista, en el plan soteriológico o salvífico de Dios?
 
 
 
O incluso expresémoslo                                                                                                                                                                                         desde una perspectiva meramente humana, inmanentista pero centradamente antropocéntrica, humanísticamente en la mejor tradición ilustrada proclamadora de la sentencia "el hombre medida de todas las cosas": amenazado el mundo como está por graves injusticias y por el peligro de una tercera guerra mundial de dimensiones trágicas inimaginables, ¿qué sentido pueden tener las majaderías del animalismo con su incorregible empeño en aplicar a la defensa de unos supuestos derechos de los animales categorías y conceptos tradicionalmente reservados a la condición humana? El mundo sumido en la apostasía, la amenaza creciente de una tercera guerra mundial, cientos de millones de hambrientos y de niños esclavos, y empero ¿uno ha de contentarse con seguir aplaudiendo o consintiendo las movidas de los que se empeñan  en hablar de "sufrimiento animal, mascotas que fallecen, toreros torturadores y asesinos, duelos y lutos que se guardan por las mascotas muertas, cazadores criminalizados como sicópatas y asesinos, aplausos y vítores que celebran la muerte trágica en las plazas de un torero o de un carnicero en atentado terrorista...?  


En las últimas décadas, signo de la decadencia de la sociedad postmoderna, líquida y atenazada por el pensamiento débil, asistimos asombrados a la transmutación del sentimiento humano de racional respeto al mundo animal -apreciando a los animales justamente en su animalidad- por comportamientos, actitudes y situaciones cada vez más risibles (¿cómicas, lamentables, infundadas?), en las que a decir verdad no resulta exagerado darse cuenta de que se colocan los derechos del animal por encima de los del ser humano. Verbigracia, cuando algunas voces animalistas berrean contra el uso de perros adiestrados para el rescate de personas atrapadas bajo los escombros cuando ocurren terremotos y otras desgracias similares. Esto, salta a la vista que encima obedece a un desconocimiento descomunal de la propia dignidad humana. Y asimismo a una negación de la obra de Dios padre y creador a base de enarbolar la bandera del llamado especismo: igualdad del hombre (varón y hembra) con el resto de especies animales, borrando así de un plumazo todo el plan salvífico de Dios para con la humanidad.


De manera que este es el rostro del animalismo: la pertinaz atribución de la dignidad propia y exclusiva del ser humano a los animales, su antropoformización, hasta el extremo de considerarlos sujetos de pensamiento, inteligencia y voluntad, en paridad con los humanos. Y ojo al dato: ser animalista o siquiera parecerlo en el intento forma parte de la agenda de lo políticamente correcto.


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     
 
 

Mas ya está bien, por favor. Desde luego, si nuestros políticos y demás administradores de la cosa pública no les paran los pies a tales huestes totalitarias y les siguen riendo sus gracias, yo que no practico la caza ni la pesca (en lo tocante a disparar no le acierto ni a un saco de papas situado a 10 metros, y nunca aprendí a manejar la caña con carrete: rara vez he pescado panchonas y algunos otros pececillos con caña al aire), empero me temo que no contentos con haber prohibido recientemente las peleas de gallos en Canarias, por ejemplo, van a seguir empeñados en abolir todo rastro de tauromaquia por la vieja piel de toro y por Hispanoamérica, Francia y Portugal. Resultado de imagen de jara y sedal revista
 
 

Y luego irán a por la apicultura, a por la canaricultura -de tanta tradición en Canarias-, a por la colombofilia y a por la colombicultura, también tradicionalmente muy queridas por estos pagos. Y llegados a este extremo y habiendo ya prohibido la caza en todas sus formas, la pesca, la ganadería y el pastoreo también en todas sus formas y lugares -habiendo de paso provocado, como cabe suponer o concluir, una hecatombe de inimaginables dimensiones planetarias, condenando de paso al paro a varios cientos de millones de personas en todo el planeta-, irán a por la prohibición de adiestrar perros para el rescate de personas afectadas por desgracias naturales como terremotos, bajo el ridículo -de risa si no diera pena- pretexto de que los perros son adiestrados para tal función en contra de su voluntad, ¿desde cuándo tienen voluntad los perros?. Y luego, tras haber logrado prohibir la actuación de animales en los circos, zoos y acuarios y las caravanas de dromedarios que en el Parque Nacional de Timanfaya en Lanzarote y en las Dunas de Maspalomas en Gran Canaria son empleadas para dar paseos a turistas y curiosos por zonas semidesérticas, irán a prohibir que un adolescente, que empieza a descubrir con ojos asombrados la vida, cuide de una pareja de periquitos en una jaula adecuada y...
 
 

La anterior descripción, obviamente es una exageración orwelliana, pero desde luego, en el ideario del animalismo figuran todas y cada una de las prohibiciones anteriores. Así que ojo al dato. Por esto mismo, es de celebrar que este pasado domingo 15 de abril del corriente 2018  alrededor de 100.000 personas se manifestaran por 40 ciudades españolas al calor primaveral de un solo grito: "¡Sí a la caza!"
 
 

Toda vez que frente al odio animalista criminalizador, a menudo respaldado por el sectarismo podemita, hay muchas razones de peso humanas, antropológicas, evolutivas, cinegéticas, medioambientales, rurales, campesinas, democráticas, morales, éticas, deportivas, económicas, históricas, artísticas y filosóficas para decir ¡sí a la caza!



Postdata: mi "¡sí a la caza!" no es mera defensa de la actividad cinegética, que por lo demás nunca he practicado, sino que es más bien o sobre todo un sí a la manera como han sido las relaciones tradicionalmente entre el hombre (varón y hembra) y los animales. Por tanto, sí a la caza es sí a la vida rural, al medio ambiente con relaciones sostenibles y ecólogas -que no ecologistas-: la ganadería en todas sus formas (caprina, bovina, ovina, porcina, equina, aviar...), el pastoreo, la apicultura, la colombofilia, la colombicultura, la canaricultura, el silvestrismo (amparado y regulado por la normativa que corresponda), la pesca, los circos con animales, la tauromaquia (que no sigo, que de hecho ni he asistido jamás a una corrida de toros en directo en una plaza), las riñas de gallos (a los que nunca acudí, salvo alguna vez que otra con entrada libre en mi pueblo con ocasión de sus fiestas patronales hace algunos lustros), los zoos y acuarios, las tiendas de animales, las atracciones turísticas que emplean animales (dromedarios en Timanfaya y en Maspalomas, por ejemplo, sin ir más lejos), los pueblos esquimales que siguen cazando focas para sobrevivir gracias a esta ancestral caza, los perros y renos que siguen tirando de los trineos esquimales, los perros que siguen siendo adiestrados para la localización de alijos de droga, los perros que siguen siendo adiestrados para el rescate  de   personas afectadas y hasta enterradas bajo los escombros tras sufrir terremotos...


¡Porque ya está bien de pensamiento deshumanizado en estas sociedades nuestras, ya está bien, en esta ocasión de la mano de los animalistas y los ecologistas del llamado ecologismo radical o profundo, tanto odio y desprecio al Creador, a la civilización toda que hunde sus raíces en la herencia judeocristiana y grecorromana! Ya está bien de sociedad idiotizada y líquida (Zygmunt Bauman), ya está bien de pensamiento Alicia (Gustavo Bueno).                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         
     
 
 
 
17 de abril, 2018.  Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.
                                                                                     

lunes, 9 de abril de 2018

"De progres y de progresaurios"


A Monserrat Sanmartí: católica catalana (digamos que joven aún, apenas en la cincuentena), madre de 10 hijos, bloguera (entusiasta impulsora de la bitácora Como Vara de Almendro), militante antiabortista con importantes cargos nacionales en organizaciones provida...


Progresaurios de pura cepa hay que, transcurrida más de la mitad de su vida en el empeño de politizar la fe (católica), desacralizándola, vaciándola de contenido, siguen chupando protagonismo eclesial por un tubo, a base de bien. Manda peras a la plaza; en la diócesis de Canarias, sin ir más lejos, conozco varios casos. Septuagenarios y aun octogenarios, tan progres izquierdistas  son, se sienten y confiesan (izquierdosos) que no dudarían en calificar de la siguiente guisa a un ministro como el húngaro Viktor Orban, militantemente empeñado en arraigar a Hungría en sus raíces cristianas y europeas fundamentadas en la tradición judeocristiana y grecolatina: "¡Es la derechona, la ultraderecha que se está adueñando de Europa!"



Necios, pero sobre todo cretinos, apegados aún, aunque lo traten de disimular, a la teta del marxismo cultural, político y económico, ¡aunque los tales son burguesotes, claro está: critican el capitalismo pero viven muy bien, muy muellemente, muy capitalistamente! Apegados por ende, cómo no, a los dictados del NOM de George Soros y del papa Bergoglio.Image result for dinosaurios
 

Y progres hay aún no progresaurios pero sí en camino de serlo: políticos dizque católicos y dizque solidarios, sexagenarios o septuagenarios que llevan viviendo de la política décadas; algunos, más que el tiempo que permaneció el general Francisco Franco en el poder, al que no pierden ocasión de fustigar para guiñar un ojo al Che Guevara, pues nobleza obliga: hay que parecer progre, solidario, izquierdista y en la estela del marxismo cultural, aunque sea al precio de preferir o siquiera consentir la alabanza a un asesino cruel y sanguinario, despiadado, comunista y ateo. Y fustigar a Franco, ya digo, gobernante católico que cometió tantos errores e injusticias (por más que también protagonizara y posibilitara muchos logros y aciertos, inmensamente más que la suma de los impulsados por todos los sátrapas comunistas juntos, asesinos y genocidas sin parangón en la historia de la humanidad) que hace que yo mismo siga sin ser propiamente franquista, aunque desde luego tampoco sea tan crédulo como para creerme ya a estas alturas las bolas y los encantamientos de los progresaurios de pura cepa y de los progres metidos a políticos y en proceso de llegar a ser progresaurios.



O dicho de otra manera: entre la coherencia de un progre, de un progresaurio, y la coherencia entre vida y obra de un Blas Piñar, pongamos, a estas alturas no tengo ninguna duda, por más que yo mismo nunca haya sido franquista ni falangista ni sienta especiales deseos de serlo, ni tampoco asista a la Santa Misa según el Vetus Ordo Missae. De hecho, me siento demócrata; pienso, verbigracia, en el político italiano demócrata cristiano Giorgio La Pira, siervo de Dios, quien fuera alcalde de Florencia en dos ocasiones y actualmente en proceso de beatificación.



O aun de esta otra: en cierta ocasión luego de escuchar una conferencia suya celebrada en el marco del extinto Patio de las Culturas del Cabildo de Gran Canaria, le pregunté al ultraprogre jesuita vasco radicado en El Salvador Jon Sobrino, qué pensaba de una obra del historiador franquista Ricardo de la Cierva (me refería particularmente a Jesuitas, Iglesia y marxismo: la teología de la liberación desenmascarada, obra publicada en 1986) sobre la infiltración marxista y masónica en la Compañía de Jesús en particular y en la Iglesia en general, y el nota me dijo con desdén que "ese historiador no tenía ni idea". Yo en ese entonces aún me creía los cuentos, las promesas de justicia social y los encantamientos de progres y progresaurios, solo que...



Vaya por Dios, conque ni idea. Transcurridos los años y viendo cuál es el devenir de la Compañía de Jesús (mundanizada, progrestizada, marxistizada al máximo, loables excepciones aparte: los ya muy ancianos padre Sáenz, argentino, el uruguayo Horacio Bojorge, más algunas camadas de jóvenes religiosos jesuitas que van saliendo y pare usted de contar), quien no tiene ni idea o teniéndola hace como que no la tiene eres tú, Jon Sobrino: salvo milagro del Señor, la otrora gloriosa obra apostólica y misionera del gran santo Ignacio de Loyola no tiene arreglo, va a su desaparición total, a la ruina, precisamente por el muy certero diagnóstico y análisis de ese historiador franquista que "no tiene ni idea y que habla sin saber".      
 
 

Y diles algo: te machacan, te ningunean, te ignoran, te desprecian, te infravaloran, te injurian... Ellos son los que saben, tú no sabes nada según ellos, cuando a menudo lo que resulta es que no tienen ni pajolera idea y... Necios (en el sentido bíblico o veterotestamentario de la palabra necio) y prepotentes, ¡majaderos y mentecatos que se creen que se las saben todas y que viven del cuento de que son solidarios como coartada para mantener su mamandurria en las instituciones públicas, su afán de protagonismo eclesial y político! Porque qué habría sido de ellos dizque católicos y solidarios si no hubiesen pactado, en sus respectivas trayectorias politiqueras, sucesivamente con organizaciones políticas conformadas por comunistas, feministas, masones, laicistas, homosexualistas, anticatólicos, promotores del multiculturalismo y de la apostasía, proabortistas, anticrísticos...
 
 
¿Igual estarían ahora en la fila del paro? Quién sabe: "peores cosas veredes, amigo Sancho". Pero esto sí que parece muy obvio, suciamente obvio, valga el aparente oxímoron: los tales y los cuales siguen colapsando la Iglesia y la política con los frutos podridos del ideario filomasón, laicista, iluminista; en definitiva, neomarxista cultural y por ende seudocatólico. O sea, a estos progres y progresaurios Cristo y la Iglesia les importan un comino, una higa, ¡lo que les importa es inflar su ego, su bolsillo, su estatus, su descarado amiguismo, su arrogancia, su mamandurria!


No son del Reinado Social de Cristo, son del mundo. Pero diles algo...



10 de abril, 2018. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.    

viernes, 6 de abril de 2018

"No todas las almas son inmortales (Francisco dixit)"
 
 
 
 
 
Los principales causantes o responsables de la debacle actual de la Iglesia son sus pastores: desde los situados en la cúspide de la pirámide hasta los situados en la base de la misma. ¿Que por qué? Pues porque en algunas medida desde antes del Concilio Vaticano II pero de manera dramáticamente generaliza y sistemática tras el Vaticano Segundo, se han venido dedicando -con las excepciones de rigor que se quieran, cuya cuantificación y cuyo juicio compete a Dios, no a mí- no a la promoción de evangelizadores o militantes entusiasmados con Jesucristo y con su Iglesia, fieles a la Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio, y sí a conformarse con dar cancha en la Iglesia a toda suerte de trepas, arribistas, carreristas, tibios (“A los tibios vomito de mi boca”, dice el Señor), burócratas, antimilitantes, laicistas, mediocres políticamente correctos, oportunistas a los que ni Cristo ni la Iglesia interesan lo más mínimo y sí la mamandurria o mantenencia de su negocio en la Iglesia (estatus, puesto de trabajo, privilegios diversos…), antinatalistas; en definitiva, apóstatas.
 
 
De manera que ahora el disgusto del cardenal Burke ante la última trapisonda del papa Bergoglio es tan necesario, tal vez, como infructuoso, valgan el oxímoron y la gota de pesimismo. En efecto: cada hora que pasa, cada día que pasa su página tras la caída del sol y la llegada de la noche, parece más nítido que en efecto Francisco le ha comunicado a su amigo Eugenio Scalfari, ateo y anticlerical ya de 93 años, estas dos herejías que ya han dado la vuelta al mundo no en 80 días sino en cuestión de segundos: ni habría infierno ni sucediera que las almas en pecado mortal a la hora de la muerte física serían condenadas y sí aniquiladas; solo las almas de los bienaventurados alcanzarían la visión beatífica de Dios. Image result for eugenio scalfari
 
 
Pero qué, para qué, si Francisco lleva la friolera de cinco años y un mes diciendo y haciendo y dejando de hacer (“pecando” así pues de palabra, obra y omisión) tantos atropellos contra la doctrina de la fe católica que darían para escribir un gran tomo documentado de 500 páginas, o más. Y de hecho, si se sumaran los estudios que solo desde diversos sitios o bitácoras de Internet se vienen acometiendo para tal empresa, la de exhibir las costuras heterodoxas (para algunos tratadistas de la actualidad de la Iglesia, “blasfemas y heréticas”), qué digo un tomo de 500 páginas, toda una colección de sesudos estudios obtendríamos con varios tomos de 500 páginas cada uno.
 
 
Penosa y deplorable situación, ¡la Gran Apostasía profetizada! Pero más lúcidas y proféticas que mis palabras vendrían a ser las del número 675 del Catecismo de la Iglesia Católica publicado durante el pontificado de san Juan Pablo II, siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe el cardenal Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI. Así, leemos: << Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el "Misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne.>>
 
 
 
6 de abril, 2018.Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social.