domingo, 13 de mayo de 2018

benjamín perceval
el celibato cuenta con base escriturística, teológica, cristológica, eclesial y hasta pastoral. Esto es tan fundamentable, que huelga cualquier comentario al respecto, que por lo demás ya se ha encargado de formular para el "post" que nos ocupa el forista que firma como Ariosto, marcándose un comentario que es, en verdad, un estupendo artículo muy bien documentado.

Es tan clara la cosa de los fundamentos cristológicos, espirituales, bíblicos, etcétera, del celibato de los presbíteros y religiosos consagrados, que es precisamente por ello por lo que fallan las reivindicaciones de los colectivos de católicos progresistas, algunos de cuyos voceros -se lo escuché ayer mismo a Juan José Tamayo en CNN+, claro, dónde si no- se atreven a sentenciar, no sé si en el colmo de la insensatez, la desfachatez o qué, que el celibato que mantiene la Iglesia católica romana carece de cualquier base escriturísticao teológica, y que es hasta dañino.

Con todo, cierto, a mi modesto modo de entender, que el celibato no esconsubstancial al ministerio ordenado, por mucho que sí puede que sea la forma más adecuada de conformar el corazón del candidato célibe con la propia vida célibe, obediente y pobre de Cristo Jesús. No obstante, espléndidos ministros ordenados los hay en otras confesiones cristianas, en las comunidades católicas de ritos orientales unidas a Roma, en la Ortodoxia no unida a Roma (en la que incluso popes casados fueron mártires recientemente, como el ruso P. Alexander Men, cuya deliciosa obra "Jesús, el maestro de Nazaret" fue traducida y publicada hace años en español por los focolares de Ciudad Nueva).

De modo que no es tan extraña ya hoy día la existencia de sacerdotes casados en el seno de la Iglesia católica. Sucede, empero, que muchos defensores del celibato opcional para los ministros ordenados de la Iglesia católica también lo son del feminismo de género, del aborto según y cómo, del matrimonio de las personas homosexuales, y resto de reivindicaciones típicamente progres, sin advertir que, en efecto, los sacerdotes católicos de rito oriental y los ortodoxos son casados en su mayoría, vale, pero sin que esa circunstancia les lleve, primero, a despreciar la castidad celibataria (muy apreciada en toda la Iglesia de Oriente, sea católica u ortodoxa, pues es una Iglesia muy monástica), segundo, a aceptar todas esas movidas típicas de la progresía, que tengo entendido siguen resultando como muy extrañas y chocantes a la mentalidad cristiana oriental.

Por tanto, el que puedan darse pasos en una cierta aceptación, como de hecho se están ya dando, en la Iglesia católica de hombres casados para el diaconado permanente o incluso el orden sacerdotal, yo al menos no lo veo mal, a condición de que ello no sea coartada para tratar de meter goles por la escuadra a la Iglesia: "Católicas por el derecho a decidir", reconocimiento de la legitimidad de los matrimonios entre personas homosexuales... Vamos, el ideario típico de la progresía secularizante, poco amiga de la oración y de los sacramentos y de la vida espiritual en comunión con la fe y la doctrina de la Iglesia.



---
EFG


Yo también estoy de acuerdo en eso de que una cosa no puede llevar a la otra, como más de uno está pensando que podría suceder.

Por eso, para que una cosa no lleve a la otra yo estoy a favor del celibato sacerdotal.

No hay comentarios: