lunes, 14 de mayo de 2018

Comentario de anselmo montesdeoca

Creo que el Santo Padre Benedicto XVI, como pastor supremo de la Iglesia universal que es se sabe y reconoce obligado a denunciar el clima de impunidad en la persecución a los cristianos, de modo especial a los católicos, que se está viviendo en no pocos países de mayoría musulmana y en esa especie de país-continente que es Indida. "Chapó" por el bueno y muy sabio Benedicto XVI.

Empero, el Papa también es plenamente consciente, me parece, de que esa denuncia lo que va a provocar, como efecto "bumerang", es que precisamente los cristianos sean aún más odiados. Puede parecer estúpido o absurdo lo que planteo, pero me temo que va a ser real. Es decir, bien por el Papa, porque su deber máximo es la defensa de la libertad en el mundo del discípulo de Cristo; pero como discípulo de Cristo que Benedicto XVI también es, a él no se le debe esconder que sus exhortaciones pueden desencadenar en tantos oponentes a la fe cristiana, justo el efecto contrario al deseado por todos, empezando por el Pontífice.

En verdad, el poder ser perseguidos por el mundo es uno de los precios que hay que pagar por ser discípulos de Jesucristo. Asimismo, es una de las pruebas de que Jesús de Nazareth no pudo ser un impostor, puesto que ¿qué clase de impostor puede ser aquel que promedte a sus discípulos no oro ni riquezas, sino toda clase de contratiempos en este mundo, contratiempos causados por la fidelidad al Evangelio? Alguien capaz de prometer tales "premios" a sus seguidores, o es un loco completamente fuera de sí, o es el Hijo de Dios.

Y cualquiera que se considere discípulo de Jesucristo tiene el deber de tratar de conocer si Jesús de Nazareth fue un loco arrebatado o estamos ante el Hijo del Altísimo

25/02/10 12:16 PM


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