lunes, 14 de mayo de 2018

"Si la democracia lo manda..."
 
 
 


Con respecto al matrimonio homosexual, ni que aclarar habría que puede estarse de acuerdo o no con el alcance social y jurídico derivado de su promulgación y aceptación; incluso, es lícito y legítimo plantear que es una injusticia el que se le llame matrimonio a la unión de una pareja formada por personas homosexuales, varones o hembras.Resultado de imagen de democracia griega
 
 
Sin embargo, ¿es democrático oponerse a que las leyes civiles de un Estado cualquiera reconozcan este tipo de uniones, toda vez que la mayoría de los estados del mundo occidental no son ya confesionales, si es que alguna vez propiamente lo fueron, el caso de España, por ejemplo? ¿Ese tipo de uniones entre homosexuales perjudica los legítimos intereses de la familia tradicionalmente constituida por la unión entre un varón y una mujer?
 
 
Es más, se puede legítimamente creer, en plena confirmidad con las enseñanzas de la Iglesia, que el amor homosexual es indigno, pecaminoso, no querido por el plan de Dios, etcétera; incluso, es lícito y legítimo desear que la única solución para las personas homosexuales es que corrijan esa tendencia, que sanen esa tendencia, o que practiquen la castidad. De acuerdo. Sin embargo, lo que no parece lícito es que se trate de pretender que todo quisque, es decir, que todo ciudadano y toda ciudadana acepten la postura confesional católica; lícito desde la perspectiva de las reglas del juego democrático  (22/12/09 11:41 am).Resultado de imagen de la democracia
 
Si bien, dicho lo dicho, reconozco que no ignoro la enseñanza de san Agustín de Hipona: "Una ley injusta, no obliga a un católico". Ya, mas entonces ¿qué pintan los católicos en partidos políticos que defienden la aplicación normativa de leyes favorecedoras de la homosexualidad?


Asimismo, en algún que otro comentario ya he señalado que recientemente, con ocasión de la presentación de un número monográfico de una prestigiosa revista de pensamiento (Cuadernos del Ateneo de La Laguna, de Tenerife), dedicado a los derechos civiles de las personas homosexuales, tuve ocasión de hablar con una de las responsables de esa publicación, una profesora de Filosofía y militante feminista. Me dijo que muchos intelectuales no aceptan la visión que del concepto de ley natural sigue manteniendo la Iglesia católica, apostólica y romana. Además, argumentó esta profesora que las tendencias y comportamientos homosexuales están suficientemente documentados en cientos de especies animales; es más, existe consenso en la comunidad científica, me llegó a decir ella, sobre que los delfines consienten sexo "por placer", no con manifiestos fines procreativos, y también entre los monos, los monobos.
 
 
Lo de la profesora universitaria de Filosofía a que me refiero puede que no sea más que eso, una opinión más, aunque puede que la de alguien experto en la materia. Pero ahí está. Como la de tantos y tantas intelectuales que ponen en tela de juicio el concepto de ley natural, al menos como hasta ahora se ha entendido.
 
 
Por último, y al menos hasta donde alcanzan mis conocimientos, el proyecto Gran Simio no pretende equiparar los derechos de los grandes simios con los de los seres humanos, sino más bien otorgar una especie de trato de favor a los simios con respecto al resto del reino animal, pues no en vano, hace de esto millones de años, como bien se sabe, la actual especie Homo sapiens y los antepasados de los simios actuales (gorilas, chimpancés, orangutanes y monobos) pertenecían al mismo tronco  (22/12/09 1:04 pm).
 
 
 
27 de mayo, 2018. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social.
 
 
 

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