Sobre la Jornada Mundial de la Juventud 27 de
julio 15:02, por luis alberto henríquez lorenzo
Me parece muy cierto que el perfil típico de los jóvenes que acuden a las
Jornadas Mundiales Juveniles con el Papa se corresponde con el de un joven de
línea más bien conservadora, espiritualista desencarnada, completamente
ignorante de lo que es la tradición militante y obrera de la Iglesia. Sin
embargo, el hecho de que en efecto es y sea así no quita que entre esos cientos
de miles de jóvenes haya verdaderos creyentes, maduros en su compromiso,
solidarios "a su manera" (asistencialistas, poco o nada militantes...). Pero
claro, ¿qué cabe esperar si muchos de los jóvenes que acudirán al encuentro
juvenil con el Papa pertenencen al Camino Neocatecumenal, o a otros grupos
"neoconservadores" más o menos afines? En el Camino de Kiko Argüello y Carmen
Hernández, hay valores, claro que sí, cosas muy positivas, compromisos de fe muy
audaces, pero desde luego de tradición militante y de compromiso social
entienden poco, casi nada. Sólo que a nadie debiera extrañar esto: esa es la
realidad predomiannte en la juventud católica española y aun europea.
Por lo demás, no dudo ni de que el papa Benedicto XVI es un hombre sabio, un profundo teólogo y un gran discípulo de Jesucristo. Lo mismo podría afirmar de otros obispos que acudirán o no al encuentro. No lo dudo. No obstante, a mí también me gustaría, como a muchos católicos "de izquierdas o progresistas", que el Papa no fuera Jefe del Estado Vaticano, y que, como ya señalaba el obispo, misionero y poeta Pedro Casaldáliga en una carta abierta a Juan Pablo II publicada a mediados de la década de los ochenta del siglo XX, no hubiera que llamarlo "santo padre, ni santísimo padre", ni a los cardenales hubiera que llamar "eminencias reverendísimas",etcétera; llamar al Papa simplemente "hermano mayor en Cristo", por ejemplo. De manera que en esta misma línea insisto: soñar con una Iglesia más "comunidad de iguales", fraterna e igualitaria, "desjerarquizada" -pero no "en contra de la jerarquía-, "desclericalizada".
Acabo. Repito que sin ánimo alguno de dudar de la talla moral, intelectual y humana de ningún obispo ni del mismísimo Papa, la Iglesia con la que siguen soñando las comunidades cristianas de base (ya he dicho: comunidad de iguales, cercanía de los pastores, con los que hasta podrías tomarte una cervecita amigablemente, etcétera), no la veo casi por ningún lado. Es más, creo que no será, que está condenada a no ser, pues hoy día son -o parecen ser- muchos más los católicos llamados o autoproclamados "neoconservadores" que sí parecen aceptar como bueno, como el mejor de los ordenamientos eclesiales posibles -parafraseando aquí a Leibniz y su tesis de que "vivimos en el mejor de los mundos posibles", razón de serde la teodicea del pensamiento del genial hijo de Leipzig-, el actual. No hay más que tomar conciencia de la línea eclesial de la mayoría de los sitios de Internet católicos: la mayoría de ellos considero que ni respetarían siquiera esta breve reflexión mía, a la que no dudarían en acusar, me temo, de "poco afecta" hacia el Magisterio. Especializados en la caza de brujas, es decir, de heterodoxos, herejes y relativistas, no dudarían en incluirme a mí mismo entre los de fe tibia.
Cosa que no dejaría de ser curiosa viniendo del frente mediático de personas que desde luego no parecen caracterizarse por el compromiso social o militante, en clara consonancia esa falta de compromiso militante con la ideología derechista profesada. En fin.
Nada más.
ALANDAR
Por lo demás, no dudo ni de que el papa Benedicto XVI es un hombre sabio, un profundo teólogo y un gran discípulo de Jesucristo. Lo mismo podría afirmar de otros obispos que acudirán o no al encuentro. No lo dudo. No obstante, a mí también me gustaría, como a muchos católicos "de izquierdas o progresistas", que el Papa no fuera Jefe del Estado Vaticano, y que, como ya señalaba el obispo, misionero y poeta Pedro Casaldáliga en una carta abierta a Juan Pablo II publicada a mediados de la década de los ochenta del siglo XX, no hubiera que llamarlo "santo padre, ni santísimo padre", ni a los cardenales hubiera que llamar "eminencias reverendísimas",etcétera; llamar al Papa simplemente "hermano mayor en Cristo", por ejemplo. De manera que en esta misma línea insisto: soñar con una Iglesia más "comunidad de iguales", fraterna e igualitaria, "desjerarquizada" -pero no "en contra de la jerarquía-, "desclericalizada".
Acabo. Repito que sin ánimo alguno de dudar de la talla moral, intelectual y humana de ningún obispo ni del mismísimo Papa, la Iglesia con la que siguen soñando las comunidades cristianas de base (ya he dicho: comunidad de iguales, cercanía de los pastores, con los que hasta podrías tomarte una cervecita amigablemente, etcétera), no la veo casi por ningún lado. Es más, creo que no será, que está condenada a no ser, pues hoy día son -o parecen ser- muchos más los católicos llamados o autoproclamados "neoconservadores" que sí parecen aceptar como bueno, como el mejor de los ordenamientos eclesiales posibles -parafraseando aquí a Leibniz y su tesis de que "vivimos en el mejor de los mundos posibles", razón de serde la teodicea del pensamiento del genial hijo de Leipzig-, el actual. No hay más que tomar conciencia de la línea eclesial de la mayoría de los sitios de Internet católicos: la mayoría de ellos considero que ni respetarían siquiera esta breve reflexión mía, a la que no dudarían en acusar, me temo, de "poco afecta" hacia el Magisterio. Especializados en la caza de brujas, es decir, de heterodoxos, herejes y relativistas, no dudarían en incluirme a mí mismo entre los de fe tibia.
Cosa que no dejaría de ser curiosa viniendo del frente mediático de personas que desde luego no parecen caracterizarse por el compromiso social o militante, en clara consonancia esa falta de compromiso militante con la ideología derechista profesada. En fin.
Nada más.
ALANDAR
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