lunes, 14 de mayo de 2018

teófilo liberto dijo...
A propósito de tu artículo, José María Castillo, y sobre todo extendiendo y prodigando la mirada hacia el pasado de la bimilenaria historia de la Iglesia católica, apostólica y romana, habría que confirmar que, en efecto, obispos, cardenales y papas los ha habido llenos de maldad: ambiciosos, sanguinarios, libertinos, polígamos, conspiradores, pederastas, mundanos, sacrílegos, asesinos criminales, incestuosos, infieles, mafiosos, guerreros, inmorales, practicantes de la simonía, nepotistas y déspotas.

Humanos, demasiado humanos, que dijera F. Nietzsche para titular una de sus obras, han sido los obispos y papas de la Iglesia católica a lo largoy ancho de dos milenios.

Sin embargo, no han faltado en esa historia obispos y papas verdaderamente ejemplares: sabios, prudentes, mansos y a la vez enérgicos, guardianes celosos de la fe y la doctrina católicas, auténticament santos. No en vano, los cuarenta y nueve primeros papas, desde san Pedro hasta san Gelasio I, de forma ininterrumpida son cponsiderados santos por la Iglesia universal. La mayoría de ellos murieron mártires. Incluso, luego del pontificado del papa número cincuenta, que ocupó la silla de Pedro con el nombre de Anastasio II, vinieron ocho papas que hoy son venerados como santos, entre ellos san Hormisdas (que hace el número 52 en la lista de los papas), quien estuvo casado antes de ser ordenado y tuvo un hijo que llegaría a papa y a santo, con el nombre de Silverio.

Asimismo, no descarto que en efecto en el proósito de los pastores de la Iglesia universal haya estado ese binomio que apunta, José María Castillo, esto es, la implantación del pudor en la conciencia y las costumbres del creyente, a lo largo y ancho de los siglos (el control de la sexualidad), y el ejercicio abusivo del poder. Control del poder y control de la sexualidad.

Sin embargo, adonde quiero llegar: la Iglesia católica, habiendo sido lo que es (santa y pecadora, capaz de lo mejor y también de lo peor), siempre ha condenado el divorcio, el aborto, las relaciones homosexuales... Los Santos Padres, pongamos, cuando uno los lee se encuentra con que condenarían todo ese conjunto de medidas "de reforma" progresistas, porque de hecho las condenaron en sus escritos. Y además, constantemente exhortaban a los fieles a que obedecieran la autoridad de los obispos.

De manera que sí, los obispos españoles deberían ser más críticos, más proféticos, más pobres, sencillos, cercanos y humildes. En verdad, todos los fieles cristianos deberíamos tratar de crecer en la santidad desde la vivencia de esos valores. Sin embargo, ello anterior nada tiene que ver con que encima acepten la práctica el aborto, la eutanasia, el divorcio, el matrimnio entre homosexuales...

No me gustaría tener que señalar, nada menos que yo, que si la Iglesia aceptase las reformas anteriores se pondría al margen de las Sagradas Escrituras, la Tradición de la Iglesia, y el propio Magisterio que la nutre.
16/02/10 11:55



Por cierto, no todos los antipapas fueron malos malísimos, ni muchísimo menos; sería absurdo afirmar tal cosa, ahistórico o antihistórico e insensato. Contrario completamente al devenir de las hechos que van conformando la historia de la humanidad.

Pensemos, si no, en san Hipólito de Roma, uno de los grandes autores eclesiásticos de los orígenes del cristianismo. Fue el primer antipapa de la historia del papado, el promotor del primer cisma en la Iglesia. Sin embargo, condenado a trabajos forzados en unas minas de extracción de sal, en compañía de no recuerdo qué papa de la época, se reconcilió con éste y con la Iglesia, y ambos murieron martirizados a base de cruelísimos azotes.

Me parece que así se escribe la historia, también la de la Iglesia.

17/02/10 23:08

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